[Della servitú dell´Italia. Discorsi]. Obra política no terminada de Ugo Foscolo (1778-1827): consta de un «Discurso proemial» y de muchos fragmentos de los demás discursos, cuyo número varía en los diversos planes dejados por el autor, que se ocupó de ellos durante el primer año de su destierro (1815).
Concebida primero como respuesta a una Memoria sobre la jornada milanesa del 20 de abril de 1814, ahora con seguridad atribuida al senador Leopoldo Armaroli, magistrado maceratense, en defensa de la conducta del Senado del desaparecido Reino Itálico, en la cual había palabras calumniosas para el poeta, se transformó en una apología del escritor, y de un acto de acusación para los senadores en un amplio examen de las razones por las cuales los italianos no supieron, a la caída de Napoleón, conquistar su independencia, y de los caminos por los cuales un día podrán ellos, mejor preparados, conquistarla. Desterrado voluntario «para mantener íntegros los caracteres del auténtico italiano», el escritor está convencido de hablar no sólo en nombre propio, sino de los italianos «no partidarios de Francia o de alemania», «no apegados a una ciudad o provincia, sino a todo país que hable nuestro idioma»; y, si tiene palabras muy severas para los errores, las discordias y las envidias municipales que comprometieron en aquel año fatal la causa de la libertad de Italia, y demuestra que no alimenta esperanzas en un futuro próximo, no se encierra en inerte desesperación, sino que esboza todo un programa para el porvenir, demostrando que entiende el resurgimiento de Italia como el resultado de una reeducación de todas las clases italianas. Foscolo está convencido de que la revolución iniciada en Italia con la dominación napoleónica no puede ser detenida y opina que la constitución de una Italia independiente y fuerte es necesaria para el equilibrio europeo: pero sabe que para alcanzar ese fin es necesaria una regeneración de todos los italianos, por cuanto los recientes acontecimientos han demostrado su falta de madurez política.
En los Discursos foscolianos está como «in nuce» todo el «Risorgimento»: hacen pensar en el neogüelfismo las páginas sobre la Iglesia católica, inspiradas, no por un intolerante jacobinismo, sino en una solicitud por sus destinos no extraños a la suerte de Italia, mientras lo que allí leemos acerca del derecho de «insurrección», de la necesidad de la acción, de la acción como educación, nos recuerda a Mazzini, el cual publicó en Lugano en 1844 estos Discursos sin terminar, con los demás Escritos políticos inéditos de Foscolo. Ciertamente revelan un vigor nada común de pensamiento, una gran elevación de alma, y pueden ser considerados, a pesar de estar incompletos, como el mejor de los escritos políticos de Foscolo, el cual, cuando renunció por muchos motivos a terminarlos y publicarlos, extrajo de aquellos Discursos la carta del 17 de marzo, publicada en la edición de 1816 de las últimas cartas de Jacobo Ortis (v.) que es la más explícita profesión de fe política de su héroe.
M. Fubini
El concepto dominante de esta prosa es el hombre superpuesto al literato. Foscolo nos da la fórmula de la nueva literatura. Su fuerza no está fuera sino dentro, en la conciencia del escritor, en su mundo interior. (De Sanctis)
Su alma poética se percibe también en sus prosas, en las cuales, sobre todo en las primeras que escribió, aquel ímpetu no permite que la prosa se equilibre y se sitúe como prosa, aunque le confiere fuerza y color. (B. Croce)