Composición de Nicolás Andreycvich Rimsky-Korsakov (1844-1908), escrita en 1887, en un período en el cual el maestro estaba atendiendo a la reconstrucción e instrumentación del Canto de Igor (v.) de Borodin. En sus Memorias, Rimsky-Korsakov define esta composición como «obra de virtuosismo en el campo del color orquestal y que, con Sheherazade (v.) y la Gran Pascua Rusa, señala el fin del período dedicado al virtuosismo instrumental fuera de la influencia wagneriana y dentro de los límites de la orquesta rusa de Glinka», período que conducirá a un decidido «cambio» de gusto y a una conciencia cada vez mayor de los valores musicales que «los cinco» (Cui, Balakirev, Borodin, Mussorgsky, Rimsky-Korsakov) exploraban en la tradición del canto popular ruso. En este Capricho español Rimsky-Korsakov, reelaborando ritmos y melodías ibéricos, muestra su particular sensibilidad para el timbre y el color que le aproxima instintivamente a la atmósfera impresionista que se iba formando en aquel momento. No por nada Debussy sentía un vínculo directo entre su propio gusto y la música de los Cinco, en particular de Mussorgsky y de Rimsky-Korsakov. Las tres partes que forman esta composición sinfónica están refrendadas con los siguientes subtítulos: «Alborada», variaciones en que sobre todo la atmósfera tímbrica constituye 1a. tesitura del plano armónico; «Escena y canto gitano», basado en ritmos y danzas que se anticipan en ciertos acentos al propio Ravel; y «Fandango asturiano», danza final de estricto virtuosismo orquestal.
L. Rognoni