Drama en 4 actos
A la muerte de su hermana Drusila, a la que había amado tiernamente, el joven emperador Calígula descubre de improviso que «los hombres mueren y no son felices». Enfrentado a la irracionalidad de la vida humana, decide aprovecharse de su autoridad para imponer el juego del absurdo en el mundo. Se entrega a una libertad desenfrenada y multiplica crímenes y locuras. El pueblo, servilmente, aplaude tales excesos, mientras que los patricios piensan en la rebelión. Calígula, no obstante, termina por comprender que se halla en medio de un camino errado: no se puede luchar contra lo absurdo del mundo poniéndose en contra de la humanidad con la violencia y el crimen. Llegada a su conocimiento la conspiración urdida contra él, no hace nada por impedirla y cae bajo los golpes de los puñales.