Cuento filosófico
Al joven Cándido, criado en el castillo de Thunder-tentronckh, el filósofo Pangloss, discípulo de Leibniz, le ha enseñado que todo está bien como está en este mundo, que es el mejor de los posibles. Pero, después de haber sido expulsado del castillo por haberse enamorado de Cunegunda, la hija del propietario, Cándido vive experiencias que podrían ser consideradas una negación de las teorías del optimista Pangloss.
Tras tener que enrolarse a la fuerza en el ejército búlgaro, consigue escapar a Holanda, donde encuentra de nuevo a un Pangloss hundido en la miseria que le cuenta cómo el castillo fue saqueado y sus habitantes asesinados. Juntos marchan a Lisboa, convulsionada por el terremoto, y son condenados por la Inquisición. Consiguen salvarse. Cándido encuentra luego a Cunegunda, que ha acabado en manos de un judío que comparte sus favores con el Gran Inquisidor. Da muerte a los dos hombres y huye con Cunegunda a Buenos Aires.
Pero, perseguido por la Inquisición, ha de refugiarse en Paraguay donde mata al hermano de su amada, la cual, en el ínterin, se ha convertido en amante del gobernador de Buenos Aires. Obligado una vez más a huir, llega después de numerosas peripecias a Eldorado, tierra de ensueño donde los hombres no conocen la codicia. Sin embargo, decide no quedarse allí.
Emprende el regreso a Europa acompañado por el sabio Martín, un hombre desencantado. Residen en París, ven fusilar al almirante Byng en Londres, en Venecia encuentran a algunos reyes destronados y, finalmente, llegan a Constantinopla, donde Cándido encuentra a Pangloss y a Cunegunda, ya vieja y enojosa. Se casa con ella y se retira con los demás compañeros de aventuras (Pangloss, Martín, el criado Cacambo) a una pequeña hacienda, convencido de que trabajar sin pensar sea una buena manera de hacer llevadera la existencia.