[Ovoé, war sint verswunden elliu míniu jar?]. Es el comienzo de la más célebre y, seguramente, la última de las Poesías (v.) del «Minnesinger» Walther von der Vogelweide (alr. 1170-1228) y en ella expresa el pesimismo y el cansancio de sus últimos años. Con la interrogación desesperada «Ay de mí, ¿dónde se han ido todos mis años?» comienza esta elegía que es una especie de desilusionado adiós a la vida y una llamada a la eternidad. Todo cuanto le rodea le parece extraño; las montañas entre las que ha nacido, le miran asombradas, sus compañeros de juego están viejos y cansados, el bosque de abetos está talado y el arado para por donde antes crecían los árboles; sólo el agua desciende por el mismo cauce. El mundo se llenó de tristeza, el emperador ha sido aniquilado por la excomunión papal y hasta los pájaros en el bosque callan llenos de dolor. Vana es la vida, sólo ilusiones y alegrías pasajeras concede el mundo a cambio de la paz del alma que nos quita. Por eso, caballeros, armaos para la causa de Dios.
¡Si el anciano poeta pudiera también ganarse el paraíso arrojando una lanza! Por una parte, expresa el disgusto del mundo, ve su nulidad, su dolor por la eterna lucha entre el papa y el emperador que ahora se halla fuera de la gracia de la Iglesia; pero, por otra parte, brilla lejano un solo rayo de esperanza, el que todavía sea posible ganarse la bienaventuranza celeste combatiendo por Dios en Tierra Santa. Con este sollozo, se apaga la voz de uno de los poetas más universales de alemania.
M. Pensa