Autobiografía de Mark Twain

[Autobiography]. Obra del escritor americano Mark Twain (seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, 1839-1910). A excepción de algunos pasajes esta autobiografía no fue escrita sino dictada por Mark Twain entre 1906 y 1910, año de su muerte. Fue un bió­grafo, Paine, interesado en inquirir deta­lles de su vida, quien le animó a empren­der esta obra de donde después podría sa­car la información que le apeteciese. Mark Twain la destinó, según él, a no ser publi­cada hasta «cien años después de su muer­te», pero luego cambió de opinión e hizo aparecer algunos capítulos en la «North American Review», antes de la publicación definitiva en 1924. La concepción que Mark Twain tiene de la autobiografía no es pre­cisamente la clásica: «¡Qué ínfima parte constituyen los actos y las palabras de un hombre en su vida! Su auténtica vida se desarrolla en su cabeza y nadie la conoce salvo él… Las biografías sólo son las ves­tiduras y los botones del hombre desnudo cuya íntima biografía no puede ser escrita». Menos normativo todavía es su método: «Comience en cualquier momento de su vida; paséese a lo largo de ella a sus an­chas; hable únicamente de lo que le intere­se en aquel preciso momento; abandone el tema en cuanto su interés pueda verse amenazado, y hable de la nueva y más in­teresante cuestión que, entretanto, se haya impuesto a su espíritu».

Es decir que no es necesario que el autobiógrafo se atenga a la sucesión cronológica en los acontecimien­tos ni en la evolución de su espíritu. Mark Twain nos brinda una serie de divagacio­nes sobre su existencia, saltando de su in­fancia a la fecha que más le place, hablándonos de él, de su familia, de los per­sonajes conocidos o desconocidos que ha tratado y, sin propósito explícito de men­tir, desvirtuando a veces los hechos. Como conferenciante prestigioso, domina a fondo una técnica que le permite mantener la atención de su público sin dejarla desviar a través de una desenvoltura y despreocu­pación aparentemente espontáneas. Este pro­cedimiento, que le ha valido el éxito, ya caracteriza a otras obras suyas. Incluso no es la primera vez que Mark Twain «se re­lata». Desde diversos puntos de vista, casi toda su obra es autobiográfica, unas veces haciendo de su vida el tema del libro, como en Innocente Abroad y otras, sacando de ella el material que alimente su obra ima­ginativa (v. las Aventuras de Tom Sawyer, etcétera). Pocas existencias, en efecto, pa­recen ofrecer tanto material autobiográfico como la suya: sacado de la escuela a los doce años, tras la muerte de su padre, Mark Twain es sucesivamente impresor, piloto en el Mississipi, buscador de minas, periodis­ta, conferenciante y novelista; recorre todos los Estados Unidos, va a las islas Sand­wich, viaja por Europa occidental y el Oriente Medio, se marcha a las Bermudas y, a los sesenta años, emprende una «tournée» de conferencias alrededor del mundo para pagar sus deudas.

La personalidad di­námica de Mark Twain, autodidacta, viaje­ro, hombre de acción, impregna esta Auto­biografía infundiéndolo su aire decidido y animoso (no obstante, a veces, una nota pesimista, que sólo encontraremos al final de su vida, viene a contrastar con el opti­mismo del que había hecho profesión). Este escritor americano, uno de los más céle­bres de su tiempo, es asimismo uno de los que menos deben a la cultura europea y a la educación libresca, peculiaridad que se brinda en su libro como ilustrativa de una formación, que, incluso en la actualidad, es a menudo característica en los escritores norteamericanos.