Entre los numerosos escritos de San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, famoso por la lucha incansable llevada a cabo contra los arria- nos, han llegado hasta nosotros tres Apologías, respectivamente Contra los arríanos, Al emperador Constancio (357). En general, estas Apologías son importantes, no sólo por las noticias que nos dan acerca de la vida de su autor, personaje muy eminente en la historia de la Iglesia del siglo cuarto, sino porque nos informan ampliamente, aunque a menudo desde un punto de vista algo parcial, de la historia de aquellos tiempos. La primera de ellas, Contra los arríanos, escrita tal vez hacia 348, es una colección de documentos referentes al período del primer destierro de Atanasio, durante los últimos años del reinado de Constantino y los primeros del de Constancio, precedida de una breve introducción y acompañada de algún breve comentario del autor. Literariamente es mucho más importante la segunda.
Al Emperador Constancio, en la cual San Atanasio se defiende con habilidad y calor de las varias acusaciones que se le habían dirigido, como la de no haberse presentado al emperador cuando se le había dado orden de hacerlo, de haber conspirado contra él intentando ganarse el favor de su hermano Constante, emperador de Occidente, y de haber celebrado funciones sagradas en una gran iglesia, mandada edificar por Constancio en Alejandría, antes que el emperador la hubiese inaugurado. Digno de nota es la decidida y noble actitud de Atanasio ante Constancio; sin abandonar nunca un tono de respetuosa sumisión, se muestra consciente de sus derechos y de sus deberes y es absolutamente intransigente contra la intromisión del emperador en los asuntos de la Iglesia. Sin cuidar de ningún refinamiento formal, San Atanasio obtiene en esta Apología efectos de mesurada, pero sentida y cálida elocuencia, por ejemplo cuando, después de haberse defendido, arremete contra las violencias de los arríanos, negado- res de la divinidad de Cristo, reanudándose el que es motivo dominante en su vida y en su obra. Una amplia requisitoria contra los arríanos, en fin, ocupa su tercera apología, Acerca de su fuga, en la cual San Atanasio justifica, citando ejemplos del Antiguo y del Nuevo Testamento, su voluntario destierro, único medio, afirma, a que ha podido recurrir para escapar al abuso de sus enemigos.
Muy viva y bien lograda es la narración de las circunstancias de su fuga; y está caracterizada por una particular vehemencia oratoria, la enumeración de las fechorías de los arríanos, al comienzo de la apología. También en ésta se hacen evidentes las dotes notables de escritor de aquel obispo que superó con energía invencible las múltiples penalidades de su existencia: los escritos en que nos informa de ellas llevan el sello de la misma seriedad y firmeza que distinguen su acción y, eficaces por su misma sinceridad, están en todo exentos por una parte del tono declamatorio, y por otra de la rebusca de dramatismo y patetismo, que la mayoría de los escritores, aun los cristianos del siglo IV, no han sabido evitar.
C. Schick