[Ane pleasant Satyre of the Thrie Estaits in commendation of Vertew and vituperation of Vyce]. Drama alegórico escocés de Sir David Lyndsal (1490-1555), representado por primera vez en 1540. Es una obra larguísima cuya representación dura todo un día y en la que hallamos un resumen de los vicios y de la corrupción de la época en que fue escrita. Se divide en dos partes. La primera, que representa las tentaciones del rey Humanidad, por parte de Sensualidad, consta de dos actos separados por un interludio. En el primero Sensualidad, que se ha introducido en palacio con Adulación, Engaño y otros vicios disfrazados de virtudes, convence fácilmente al rey de que ha de prender a Buen Consejo y Verdad que han intentado en vano llegar hasta él, y echar a Castidad de quien nadie quiere oír hablar. En el interludio que sigue, Castidad, arrojada de la sociedad elegante, se refugia junto a un sastre y un zapatero que la hubieran acogido bien a no llegar en mala hora sus esposas que la echan de allí. En el segundo acto, el maestro de ceremonias, Diligencia, encuentra a Castidad que anda desolada, y quiere presentarla al rey; Sensualidad se opone y la manda encerrar en la cárcel junto con Verdad, la cual la consuela anunciándola la^ llegada inminente de Castigo Divino; Adulación huye con sus amigos, y he aquí que pronto llega Castigo Divino, el cual libera a Buen Consejo, a Verdad y a Castidad, y todos juntos convencen al Rey de que eche a Sensualidad y convoque a los tres estados eclesiásticos, nobles y mercaderes, para amonestarles a fin de que obren mejor.
Sigue un interludio en que Pobre, un artesano reducido a la miseria por la avaricia eclesiástica, cuenta su historia y pide justicia; llega en tanto un vendedor de indulgencias (Pardoner) que intenta vender su mercancía; Pobre viene a las manos con él y acaba por pegarle, y arrojar al agua todas sus reliquias. La segunda parte trata más particularmente de los vicios de la época. Los tres estados: Espiritualidad (los eclesiásticos), acompañada de Avidez y Sensualidad, Temporalidad (los nobles) acompañada de Opresión Pública, y Mercader (el estado llano), acompañada de Mentira y Engaño se presentan ante el Rey y Diligencia invita a los oprimidos a exponer sus razones; entonces se adelante Juan Cosa Pública (John Com- mon Weil) el cual, con un bello discurso, denuncia los vicios de los tres estados y los manda encarcelar; los señores se arrepienten de su conducta, prometen enmendarse y abrazan a Juan, pero en cambio los eclesiásticos sostienen que sus vicios son perfectamente legítimos. Sigue entonces una discusión en la que toman también parte Pobre, el sastre, el zapatero y Robo Común, el cual acaba por ser metido en la cárcel en lugar de Opresión Pública, que logra escabullirse. Mientras tanto se detiene a Adulación, que va disfrazada de fraile; a los prelados se les quitan todas sus pomposas vestiduras, las cuales son entregadas en cambio a tres juiciosos y doctos clérigos; y Juan, espléndidamente vestido, toma su lugar en el parlamento, después de la promulgación de las leyes para la reforma de todos los abusos, los malhechores son llevados a la horca; pero también esta vez la Adulación consigue salvarse, disfrazándose de verdugo. El drama termina con un interludio de farsa, esto es, un sermón cómico pronunciado por un bufón vestido de Locura, en que las agudas observaciones van acompañadas de groseras vulgaridades. Lyndsay, último heredero escocés de la tradición chauceriana, nos ofrece la sátira de la corrupción política, eclesiástica y social de su tiempo, al modo como Dunbar había hecho la del período precedente. La Sátira de los tres estados es un término medio entre el drama popular y el drama sacro, y en él se percibe la influencia de la farsa moralista francesa.
Aunque no alcanza en ningún momento las alturas de la verdadera poesía, está llena de vigor dramático y fuerza satírica, y tiene un interés único como espejo de la Escocia de su tiempo. Los diálogos están casi siempre en octavas o en dísticos octosilábicos mientras que en las partes narrativas o expositivas se usan a menudo estrofas rimadas, aliteradas y otros ritmos diversos.
A. Próspero Marchesini