[Acta martyrum]. Relaciones en su mayor parte anónimas del martirio de cristianos, varias por la forma, extensión e importancia histórica y artística. Narran el arresto, el proceso, la condena, la muerte de los fieles y la profundidad heroica de su fe. Entre Actas y Pasiones no hay diferencia sustancial: las primeras, más sencillas y esquemáticas, están escritas de ordinario para mantener el recuerdo del hecho narrado; en las Pasiones, más detalladas y escritas con intención más propiamente literaria, la relación a menudo se completa con digresiones moralizantes y ornamentos retóricos. Algunas de estas relaciones, generalmente las más antiguas, son simples narraciones de hechos, a menudo escritas por testigos oculares, o basándose en documentos oficiales; otras tienen un fin encomiástico y en éstas es mayor el esmero literario, y más libre el campo de la fantasía del autor, que añade la narración de hechos milagrosos, y la embellece según los preceptos de las escuelas de retórica. El más antiguo de estos documentos hagiográficos es la Pasión de Poli- carpo [Passio Polycarpi], obispo de Esmirna, muerto mártir durante la persecución del 156, escrita en griego por cierto Marciano, por encargo de la Iglesia de Esmirna, a su vez solicitada por la Iglesia de Philomelium, ciudad de la Frigia [Akshehir].
Los hechos están narrados con gran sencillez, que confiere, a la Pasión de Policarpo, notable importancia histórica; gran relieve tiene en ella la figura del obispo, que serenamente se sobrepone a todos los dolores corporales y afronta con firmeza el martirio. Al siglo II pertenecen también las Actas de los mártires escilitanos [Acta martyrum Scillitanorum], cuyo martirio tuvo lugar en julio de 180 y que ha llegado a nosotros en diversas redacciones: la más antigua de ellas en latín y otra posterior en griego. Cuentan, en forma sobria y conmovedora, el martirio de doce cristianos, siete hombre y cinco mujeres, condenados por el procónsul Saturnino, el que no aparece, como más tarde en las Pasiones, como magistrado corrompido y cruel* sino que ejercita su cometido con equidad, tratando por todos los medios de salvar a los condenados: quiere, por ejemplo, concederles un plazo de treinta días, para que puedan reflexionar sobre su conducta, que considera fruto del fanatismo. Pero los cristianos son inconmovibles en su fe, y por medio de Esperato, que habla en nombre de todos, con elocuencia exenta de toda afectación pero apasionada y convincente por el calor de su fe, refutan la tregua declarándose prontos a morir inmediatamente, dando gracias en nombre de Dios por la condena. Las Actas de los escilitanos son el documento más antiguo de la Iglesia africana, fuente de la más rica literatura hagiográfica. Posterior en una veintena de años es la obra maestra de este género, la Pasión de Perpetua y Felicidad (v.).
También en el África septentrional fueron escritas la Pasión de Mariano y la Pasión de Montano, más vastas y complejas que las precedentes; de ellas la primera [Passio sanctorum Jacobi Mariani et aliorum plurimorum martyrum, in Numidia], notable documento histórico, narra el arresto y el martirio de algunos cristianos, ocurrido junto a Ciria en la primavera de 259, en ejecución del edicto de Valeriano de 258, y fue probablemente escrita por un testigo ocular que sabe lograr en ella la espontaneidad conmovedora de la relación popular; la segunda [Passio sanctorum Montani Lucii et aliorum martyrum Africanorum] presenta un aspecto nuevo porque muestra más claro intento literario y deja sentir el influjo de la Pasión de Perpetua y Felicidad. Está formada de dos partes distintas: en la primera, Flaviano narra el arresto y la prisión suya y de sus compañeros, las visiones anunciadoras del próximo martirio, la condena y el suplicio; en la parte segunda, prosigue la narración un anónimo, que narra cómo Flaviano, sustraído a la muerte por la intervención de amigos influyentes, termina también afirmándose cristiano y sacerdote, para afrontar el suplicio con la misma fuerza heroica de los compañeros antes caídos. Esta parte última se distingue por buscar el efecto retórico, característico en el largo discurso a los fieles, pronunciado por Flaviano antes de morir. A la misma corriente retoricista pertenece el autor de la Vida de Cipriano [Vita Cypriani], la cual, en unión de las sencillas Actas proconsulares referentes a su martirio, es el documento fundamental para la reconstrucción de la vida de San Cipriano, el personaje cristiano más notable del siglo III. También en el África septentrional fueron escritas otras numerosas Actas, en las que se refiere el martirio de soldados que, como cristianos, se negaron a prestar el servicio militar: documentos que demuestran entre otras cosas, el influjo que ejercieron en el África los escritos de Tertuliano Sobre la Corona (v.), que incitaba a los cristianos a no prestar el servicio militar.
Notables son en este grupo las Actas de Maximiliano [Acta Massimiliani], que dan también importantes noticias sobre las instituciones militares romanas (dramáticamente viva es la figura del padre de Maximiliano, que acompaña sereno a su hijo hasta el martirio, prometiéndose seguirle pronto) ; y la más tardía Pasión del veterano Tipasio [Passio Tipasii veterani], larga narración muy varia y dramática, que abunda en elementos maravillosos y fantásticos. Entre los documentos cristianos del siglo IV, redactados en África, es digna sobre todo de ser recordada la Pasión de Salsa, muerta en Mauritania hacia el final del reinado de Constantino procesada por haber destruido, en un ímpetu de fanatismo, un ídolo pagano, fue arrojada al mar: pero, después de muerta, la mártir cristiana continuó realizando milagros admirables. Esta pasión es también interesante desde el punto de vista arqueológico, porque en ella se describe, con abundancia de detalles, una fiesta que tuvo lugar en la ciudad de Tipasa en honor del dragón sagrado, ídolo que Salsa destruyó. Al siglo IV pertenece, por último, un grupo de Pasiones donatistas (Pasión de Donato, de Márculo, de Maximiano, de Isaac, etc.), no muy diferente de las examinadas hasta ahora, pero, por su misma naturaleza, con mayor abundancia de elementos retóricos y de algún apunte claramente polémico. En ninguna tierra cristiana se dio un florecimiento de documentos hagiográficos que pueda compararse con el africano: en otras partes encontramos solamente documentos aislados, diversos por el carácter y la importancia, como la griega Pasión de Apolonio, martirizado durante la persecución de Cómodo, notable durante bastante tiempo y conservada sólo en una versión armenia, libre de todo intento retórico, que muestra en su autor cierta profundidad de ideas y buen conocimiento de los escritos hagiográficos y apologéticos precedentes; o como, en época antigua, la Pasión de los mártires de Pérgamo, Carpo, Papilo, Agatónico, notable por la sencillez del conjunto y la ausencia absoluta de lo maravilloso.
De España no ha llegado a nosotros más que una Pasión, la de Fructuoso, muerto en 259, en tanto que es gótica y de medio siglo más tarde la Pasión de Sabas, muy dramática y llena de elementos maravillosos. La lengua de las Pasiones varía según los autores, según el tiempo y el lugar en que se compusieron; en ellas, es en general evidente el influjo del Nuevo Testamento. Las tendencias popularizadoras que prevalecen en las Pasiones más antiguas, han ido poco a poco madurando por los influjos literarios y retóricos. Leídas a los fieles al conmemorar la muerte de los mártires, las Pasiones casi siempre nos han llegado en diversas redacciones de épocas posteriores y han ejercido gran influjo sobre la literatura cristiana posterior.
E. Pasini