Teseo

[TheseusJ. Hijo de Egeo o de Poseidón, era el héroe nacional del Ática. Por ello desempeñaba un papel pre­eminente en las leyendas y en la literatura atenienses, aunque para nosotros sea más bien una figura mitológica que un personaje poético. Uno de los más prolijos re­latos de su historia es la Vida de Teseo, por Plutarco, que, juntamente con las no­ticias de Apolodoro, constituye nuestra fuente principal.

Bienhechor de los hom­bres y héroe de célebres hazañas, a menu­do se le relacionó con Hércules (v.), de quien se creía que había sido contemporá­neo y amigo. En su infancia Teseo fue criado y educado por su abuelo en Trecena. Al llegar a la adolescencia, decidió diri­girse a Atenas en busca de su padre, pero se propuso realizar el viaje a través de los caminos más peligrosos. Encontró diversos monstruos y salteadores, y los venció a to­dos. El número de estas empresas, que re­cuerdan los trabajos de Hércules, variaba en los relatos antiguos. Las más famosas eran la muerte de Sinis, salteador del Istmo que agredía a los viandantes y los ataba a dos pinos encorvados que luego, al dejarlos libres, los descuartizaban, y la vic­toria sobre Escirón, otro bandido que, apos­tado en un estrecho sendero rocoso junto al mar, obligaba a los viajeros a lavarle los pies, para luego arrojarlos al agua de una patada.

Teseo dio a Sinis y a Escirón la misma muerte que ellos daban a sus víctimas, y lo mismo hizo con Procusto, célebre por la crueldad con que trataba a las suyas, a las que torturaba hasta adap­tar la longitud de sus cuerpos a sus dos lechos, uno corto y otro largo. Recién lle­gado a Atenas, Teseo tuvo que partir para una nueva aventura: la caza del toro sal­vaje de Maratón, al que venció y sacri­ficó. A este viaje se refería la graciosa his­toria que formaba el argumento de la He- cale de Calimaco, epilio en el que Teseo, antes de su combate contra el toro, era acogido hospitalariamente por la anciana Hecale; a su regreso victorioso, Teseo en­contraba a Hecale muerta y le tributaba los honores fúnebres. De nuevo en Atenas, Teseo corrió el riesgo de ser envenenado por su padre,, a inspiración de Medea (v.), y poco después, a petición propia, fue in­cluido en el número de los catorce jóvenes y doncellas que todos los años debían ser enviados a Creta, como tributo al Mino- tauro.

Durante el viaje demostró su origen divino arrojándose al mar y regresando sano y salvo tras haber sido acogido amigablemente por Anfítrite (esta historia es también referida por Baquínides), y ya llegado a Creta, con ayuda de Ariadna, hija de Minos, logró dar muerte al Minotauro y salir del Laberinto. Tras huir de Creta con Ariadna, la abandonó en Naxos e hizo rumbo hacia Délos, y luego de nuevo hacia Atenas. Pero al acercarse a la ciudad se olvidó de izar las velas blancas, que eran la señal convenida para advertir que re­gresaba sano y salvo, y Egeo, al ver las negras de luto con que el navío había par­tido, se arrojó al mar creyéndole muerto. Así Teseo sucedió a su padre en el reino y, según la leyenda, ordenó la unión de los distintos burgos de Ática bajo la direc­ción de Atenas.

Otra de sus hazañas fue la guerra contra las amazonas, en compa­ñía de Hércules, en la que capturó a Antíope (o Hipólita) y la hizo su esposa. También era famosa su amistad con Pirítoo, en cuyas bodas estuvo presente y en las que hubo de combatir contra los cen­tauros. Más tarde Teseo ayudó a su amigo en su intento de forzar el mundo subte­rráneo y raptar a Perséfone. Al fracasar la empresa, Teseo fue libertado por Hér­cules. Ocasionalmente, Teseo fue puesto en relación con otras leyendas famosas por los escritores griegos, y asimismo las artes figu­rativas de Grecia celebraron a menudo sus empresas, que pertenecían a las más glo­riosas leyendas de la Hélade.

F. Codino