Teresa

La composición del poeta cata­lán Ausiás March (1397-1459) que empieza «Dexant a part l’estil deis trobadors» [«Dejando aparte el estilo de los trovadores»], definitoria de muchos aspectos del gran lírico catalán, habla de una dama llamada Teresa.

El poeta dice que va a hablar de sus excelencias, aun a riesgo de no ser creído por parte de aquellos que no hayan tenido ocasión de contemplarla. Alaba pri­mero sus gracias físicas (color, estatura y ademán), no sin reconocerse grosero para hablar de tanta hermosura; después sus cualidades morales (su bondad y su juicio); a continuación afirma que Dios la formó de excelente materia: «Sol per a vós basta la bona pasta / que Déu retench per fer singulars dones: / ffetes n’á’ssats molt sávies e bones, / mas compliment dona Te­resa: 1 tasta» [«Sólo para vos bastó la buena pasta / que Dios guardó para hacer tales mujeres: / con ella ha hecho muchas muy sabias y buenas, / pero la perfección la prueba dama Teresa»]. Tiene ella per­fecto conocimiento de todo y su «enten­dimiento es pasto de entendedores» [«past d’entenents és son enteniment»]; su juicio rige sutilidades que nutren su inteligencia [«vostre seny regeix / suptilitats, que’l entendre us nodreix»].

Al hombre ocupado en «entenderla» el deseo no se le somete a los instintos, sino que permanece en una especie de éxtasis. En la «tornada» se di­rige a ella bajo el «senhal» de «Lir entre carts» [«Lirio entre cardos»] y afirma que quisiera para ella una corona invisible, pues una que fuera visible o material no sería digna de tal milagro. Esta composi­ción, excelente exposición de la doctrina amorosa de Ausiás March, dio lugar a que ya en 1546 Carros de Vilaragut, sin ningún fundamento, identificara a Teresa con la dama valenciana Teresa Bou, identificación que han repetido la mayoría de biógrafos hasta nuestros días. Dicha dama vendría a ser, pues, como Laura o Beatriz. La composición sigue las líneas generales del pen­samiento amoroso del poeta valenciano, que se inspira claramente en la doctrina aristotelicotomista: triunfo del amor espiritual en la lucha entre cuerpo y espíritu, el amor basado en el intelecto y en la contempla­ción de las perfecciones morales de la da­ma.

Hay en la obra de March todo un grupo de poesías dedicadas a esta profun­da y sustancial idealización de la dama según aquellos principios. Ahora bien, ¿es siempre Teresa la mujer cantada en estos textos bajo los «senhals» de «lir entre carts» y «plena de seny»? ¿Se trata de una poesía de circunstancias? Es difícil preci­sarlo; sin embargo, frente a las poesías dedicadas a la crítica y censura de las mu­jeres que terminan con el «senhal» «O foll amor!» [«¡Oh loco amor!»], y los poemas de madurez que suelen concluir con una invocación a Dios o a la Virgen, las dedi­cadas a la exaltación de la mujer forman un grupo perfectamente caracterizado. Da­do el alto nivel de abstracción de la poesía del autor valenciano y su afán de intros­pección y de análisis, es imposible rastrear ningún dato que permita orientarnos res­pecto a este problema.

Así, pues, designa­mos convencionalmente con el nombre de Teresa la mujer inspiradora de estos can­tos, y cuya muerte sumergió al poeta en el dolor: «Tôt quant jo veig e sent, dolor me torna, / dant-me recort de vós, que tant amava» [«Todo cuanto veo y oigo se me torna dolor, / pues me trae recuerdo de vos, a quien tanto amaba»], pero que a la vez le permitió idealizarla ya de una manera definitiva como tantas veces había manifestado en los cantos laudatorios. *