Personaje de una leyenda medieval (v. Teófilo), cuya versión más antigua se atribuye a Eutiquiano, esclavo del propio Teófilo. Refundida por Simeón Metafrasto (v. Menologio), fue traducida al latín por Paulo Diácono y luego tratada en Francia en un poema breve de Gautier de Coincy (v. Milagros de la Santa Virgen) y en un misterio de Rutebeuf (v. Milagro de Teófilo). En España se encuentra entre los Milagros de Nuestra Señora (v.), de Berceo (siglo XIII), y en alemania existen refundiciones latinas y alemanas hasta el siglo XIV, e incluso tres versiones dramáticas en bajo alemán.
Teófilo, irritado por haber sido tratado injustamente, se vende al diablo con la ayuda de un mago judío, pero luego se arrepiente y, redimido por intercesión de la Virgen María, muere santamente. Es, pues, el protagonista de un típico milagro mariano y una expresión característica de aquel mundo teocéntrico que domina la cultura medieval. El tema del pacto con el diablo ha inducido a la crítica a ver en él a un precursor de Fausto (v.), pero tal interpretación es errónea. El drama de Fausto tiene sus raíces en el hombre y es un drama esencialmente humanístico, que nada tiene que ver con la leyenda hagiográfica. Teófilo, en cambio, personifica la voz de la conciencia cristiana que busca la paz con Dios y suspira por la redención.
En el poema de Rosvita Lapsus et conversio Teophili vicedomini (v. Poemas hagiográficos), Teófilo se convierte en una vigorosa figura dramática, y en sus palabras de arrepentimiento parecen oírse los vibrantes acentos del Dies irae (v.): «¿Qué diré, pecador de mí, en el momento del Juicio, que incluso los santos temen?» Cierta libertad de invención modifica la leyenda en el Milagro de Rutebeuf, versión más lírica que dramática, cuyos principales momentos son la injuria inicial de Teófilo a Dios, su monólogo ante el pensamiento de su condenación y finalmente su conmovedora y apasionada plegaria. Más frío y doctrinal es, en cambio, el Discurso sobre la fe, breve poema alemán de Hartmann el Pobre, poeta franconiano de principios del siglo XII, y en una de las poesías del Pasional (v.), obra también franeoniana, de fines del siglo XIII.
V. M.a Villa