El capitán Servadac, protagonista de la novela de Jules Verne (1828- 1905) Héctor Servadac: Viajes y aventuras a través del mundo solar (1877), es sin duda el más aventurero tipo de gascón que se halla en toda la literatura francesa.
Su historia es decididamente inverosímil: junto con su criado Benzuf y con algún otro representante de nuestro globo, es atraído por un pequeño planeta que pasa rozando la Tierra, y llevado en él a través del inmenso espacio hasta que, al volver a la proximidad de nuestro mundo, puede descender a él en globo. Frente a tan absurdo relato, se mantiene la realidad de un rasgo: el tranquilo optimismo con que Servadac se da cuenta del acontecimiento y lo acepta. Servadac es una especie de D’Artagnan (v.) que se halla frente a frente, no con hombres más o menos poderosos, sino con el universo entero, sin que su espíritu desfallezca ante tan descomunal suceso.
Dentro de la inverosimilitud que le rodea, se mantiene perfectamente verosímil y es el único entre sus compañeros — los cuales, o no se dan cuenta de la aventura, o, si la comprenden, la toman muy en serio — que halla la manera de vivirla en lo que es, divirtiéndose con ella y sacando de ella elementos para iniciarse en un peculiar tipo de prudencia militar. En la novela, fundada totalmente en felices esbozos de personajes, Servadac representa hasta cierto punto el hilo conductor: es el sentido común emprendedor y valeroso que mantiene un sano equilibrio frente a lo imprevisto: en fin de cuentas, su papel es el mismo que desempeña D’Artagnan en la célebre trilogía. Y su parentesco es sin duda perceptible, pero no por ello Servadac resulta menos simpático ni menos viviente.
U. Dèttore