Sempronio

Personaje de La Celestina (v.), de Fernando de Rojas (14759-1541). El tipo del criado en la literatura española, a diferencia de la tradición de los lacayos taimados o glotones de la comedia clásica o de la «commedia dell’arte», es a veces rico en abnegación y en lealtad, pero también muy a menudo no es más que un torpe in­dividuo dispuesto a sacar todo el provecho posible de los vicios y caprichos de su amo.

Sempronio, criado de Calisto (v.), pertene­ce a esta última raza: infiel, venal, abyecto y vil. Desempeña su papel de antihéroe burlándose de los líricos arrebatos del ena­morado Calisto y apelando — como más tar­de hará Sancho Panza (v.) — al vulgar sen­tido común. Déjese, pues, su amo de bellas frases y tiradas poéticas; que de nada sirven las palabras preciosas que sólo unos cuantos pueden entender. Y que no diga: «No co­meré hasta que los caballos de Febo, etcé­tera». Pero su carácter no se apoya única­mente en el sentido práctico. Sempronio es también egoísta, rufián y cobarde. Fomenta el amor de Calisto por Melibea (v.) y hace de intermediario con Celestina (v.), porque piensa que el enamorado es una especie de loco que tira su dinero. « ¡Cuán noble es dar — dice, adulando a su amo — y cuán despreciable tomar!» Pero no está dispues­to a recibir ni un palo por defenderse.

Si hemos de creerle, nada ni nadie le asusta, pero basta un poco de ruido mientras su amo se halla en dulce coloquio con Melibea para que él se dé precipitadamente a la fuga, arrojando las armas que debían servir para defender a quien ciegamente confiaba en su valor, su honradez y su desinterés. Asimismo, Sempronio es el hombre que degüella a la vieja Celestina porque ésta no quiere darle el tercio de la cadena de oro que recibió de Calisto. Y por ello, a pesar de su huida, es detenido y decapitado en la plaza como ladrón y asesino.

F. Díaz-Plaja