Personaje del Heautontimorumenos o El que se atormenta a sí mismo (v.) de Terencio (1857-159 a. de C.). Según la tradición anterior, Menedemo es el acostumbrado tipo del «pater» de la comedia «palliata» que, para defender el patrimonio y la honorabilidad de su familia, puestos en peligro por los amoríos de su único hijo, le expulsa de su casa; pero cuando aparece en la escena ya no es más que un viejo derrotado, lleno de amargura y de pena porque por su culpa el hogar doméstico ha quedado desierto y triste.
Bastan unas pocas horas para que se produzca la transformación y su figura, envarada por la tradición cómica, adquiera interioridad y movimiento. En efecto, al encontrarse solo, siente de pronto toda la aridez de la existencia vivida hasta entonces y, con el corazón henchido de amargura, quiere expiar su culpa. En vano se celebran a su alrededor las fiestas dionisíacas, en vano sus amigos intentan distraerle: él, en su soledad, exacerba sus remordimientos y mortifica su carne: si su hijo tiene que llevar lejos de él una vida desdichada, él no podrá tampoco gozar de aquellas riquezas que fueron causa de la ruptura y trabajará como un esclavo.
Y cuando su hijo regresa, su dolorosa experiencia no sólo hace olvidar el pasado a Menedemo, sino que su voluntad de sacrificio es tal que no vacila en aceptar cualquier componenda; poco le importa que el patrimonio sufra menoscabo ni que la casa se manche con ilícitos amores, a condición de que su cansada vejez se vea alegrada por la presencia de su hijo. A su alrededor pasan una y otra vez esclavos astutos, alcahuetes, parásitos y cortesanas y se trenzan los acostumbrados enredos: pero Menedemo está ya inmunizado y no hay intriga que pueda contaminar su personalidad purificada por el dolor.
En la economía de la comedia, Menedemo posee una tal humanidad que los episodios pueden sucederse sin que él esté presente en la escena y no por ello su figura pasara segundo término, antes al contrario, logra templar con su luz interior la farsesca grosería de los demás personajes.