Michail Ilarionovich Kutuzov, el famoso general que mandó las tropas rusas contra Napoleón, aparece en la novela Guerra y paz (v.) de León Tolstoi (Lev Nikolaevič Tolstoj, 1828-1910) bajo un doble aspecto: como retrato realista tomado de la vida y como representante de la idea tolstoiana de que «la historia es ante todo la expresión de la vida y de la humanidad en enjambre inconsciente y común a todos».
Kutuzov, a quien el escritor nos presenta animado de aquel mismo espíritu de sencillez y de verdad que el soldado Platón Karataev (v.) simboliza, se contrapone, algo artificiosa pero eficazmente, a Napoleón. «Kutuzov — dice Tolstoi — no hablaba jamás de los siglos que contemplan desde lo alto de las pirámides ni de los sacrificios que había hecho por la humanidad; en general, jamás decía nada de sí mismo ni representaba ningún papel, sino que aparecía bajo los rasgos más sencillos y ordinarios y hablaba en los términos más ordinarios y sencillos».
Inevitablemente, frente a la grandiosa misión que se le ha confiado, parece fatalista, pero no por renuncia, sino porque sus mismas cualidades, que el escritor considera típicamente rusas, le llevan a actuar con la máxima prudencia como el médico experto que sigue el curso natural de la enfermedad sin intervenciones que pudieran ser intempestivas, limitándose a eliminar lo que pueda ser dañino y favorecer lo que pueda ser útil al enfermo, partiendo de la idea de la «vis medicatrix naturae».
Este procedimiento, aprobado por Tolstoi en el campo de la medicina y transferido al de la actividad histórica, no debe interpretarse como pasividad, sino como una forma especial de actividad aconsejada por la experiencia. Kutuzov, hombre sexagenario, posee una dilatada experiencia de la vida y de la guerra, reforzada por el elemento de «sencillez y verdad» formales que hacen de él un personaje típicamente ruso, aunque lea las novelas francesas del siglo XVIII y emplee constantemente modismos afrancesados. Repetidamente criticada, junto con las teorías expuestas en la segunda parte del epílogo de la novela, la figura de Kutuzov es una de las más originales que jamás se hayan presentado, a través de la ión artística, en una novela histórica.
E. Lo Gatto