Ghino di Tacco

Hidalgo campesino de Siena convertido en salteador de caminos; mencionado por Dante, es el protagonista de uno de los cuentos del Decamerón (v.), el segundo de la décima jornada, en la que se habla de actos de particular magnifi­cencia.

Y, realmente, dicho personaje de Boccaccio (1313-1375) es un bandido sin­gular. Apresa al rico abad de Cligní (Cluny) con todo su séquito, y, sabedor de que se dirigía a los baños de Siena para curarse el mal de estómago, le somete durante va­rios días a un régimen alimenticio más que moderado; luego, tras haberle sanado, de esta suerte, mejor que no lo hubiesen he­cho las aguas minerales, le pone en liber­tad con todos los suyos, dejando a su dis­creción la entrega de parte de sus bienes, mofa señoril cuya finura comprende el abad, que, a raíz de ello, se convierte en un ferviente admirador del bandolero; por esta causa, vuelto junto al papa Bonifacio VIII, pide y obtiene el perdón de Ghino, a quien el Pontífice concede, además, un cargo ho­norífico.

M. Fubini