Personaje de la novela Fabiola o La Iglesia de las catacumbas (v.), del cardenal Nicholas Wiseman (1802-1865). Hija única del patricio romano Fabio, enriquecido en las provincias del Asia, Fabiola, huérfana de madre ya desde tierna edad y subida sin guía ni freno, orgullosa, irascible y autoritaria, ejerce sobre cuantos la rodean un despótico dominio que no admite contradicción alguna.
Dotada de una inteligencia viva y abierta, ha ido instruyéndose a sí misma a través de toda suerte de lecturas y bajo la influencia de las doctrinas epicúreas. Se burla de toda religión y no ve más vida que la presente, de la cual se propone aprovechar la mayor cantidad posible de goces; sólo el orgullo ha podido salvarla del abandono a la corrupción dominante en la sociedad en que vive y mantenerla «filosóficamente correcta y fríamente virtuosa». Del Cristianismo — que juzga «una mezcolanza de necedad y engaño» — apenas conoce más que el nombre, y desprecia a los cristianos como «enemigos de todo progreso intelectual y como ciudadanos infieles y excesivamente crédulos».
Cuando una de sus esclavas, cristiana, decidida a conquistar para la fe a «su noble alma y su ilustre inteligencia», le habla de la nueva religión, Fabiola, al principio, se muestra colérica y despreciativa, pero luego se deja inducir poco a poco a la discusión y acaba por convencerse de que «la virtud interior e invisible no es menos necesaria que la externa y perceptible» y que para seguir la nueva doctrina «hay que considerar y practicar como sencillo deber cotidiano lo que aun el más sublime de los otros credos tiene por heroísmo y virtud trascendental».
No obstante, sólo cuando empieza la persecución de los cristianos y caen a millares los mártires, admirada ante tan ferviente sacrificio, se decide a abrazar la fe de Cristo y dedicarse a obras de caridad, poniendo todas las energías de su naturaleza apasionada al servicio del bien.
A. P. Marchesini