[Evariste Gamelin]. Protagonista de la novela Los dioses tienen sed (v.), de Anatole France (1844- 1924), si es que puede existir como tal en una obra dominada por los implacables manes de la Revolución. En Gamelin, jurado del Tribunal revolucionario, France ha representado a uno de los llamados «monstruos» del Terror, restituyendo, no obstante, a su personaje el aspecto y sentimientos humanos que los contemporáneos y subsiguientes habían negado a tales caracteres rehusando casi reconocerles como semejantes.
Gamelin tiene un buen corazón y se muestra sensible a los sufrimientos ajenos y tierno para con su anciana madre, a la cual asiste y ayuda. Pintor de cierto mérito, no permanece ciego ante la luz del arte: el inacabado cuadro de «Orestes y Electra», en el que, cual un presagio de su propia suerte, había dado a Orestes (v.) su mismo semblante, posiblemente le hubiera elevado por encima de la mediocridad. Casto, aunque no incapaz de amar, su sentimiento hacia Elodia Blaise es puro y profundo.
También en política las intenciones de Evaristo son nobles y su idealismo sincero, pero en este terreno todo conspira contra él; su ardorosa fe en la Revolución le lleva a las opiniones extremas, la elocuencia de Robespierre le convence de la necesidad del Terror y, en su opinión, los enemigos de la patria se multiplican, por lo cual llega a considerar como tales a cuantos no acepten todos los matices de las doctrinas del dictador.
De esta manera se convierte en un monstruo (y aun cuando no escape a Gamelin el horror de su sangrienta labor, hasta el final creerá en su trágica misión), y entre sus víctimas se contarán también muchos que habían estado junto a él y a los cuales rehusó salvar. El 9 Termidor marca el fin de la triste tarea de Evaristo; mientras es llevado, un día después que Robespierre, a la guillotina, cae desde una ventana sobre la siniestra carreta una flor a él destinada, un rojo clavel que es el último saludo de Elodia a su amante que marcha, arrogante, hacia la muerte.
G. Falco