[Eugénie Grandet]. Protagonista de la novela del mismo nombre (v.) de Honoré de Balzac (1799-1850). Hija de un avaro y riquísimo negociante provinciano (v. Grandet), típico representante de la nueva burguesía consolidada por la Revolución, y de una bondadosa y dulce mujer de su casa, Eugenia ha heredado de su padre, duro y autoritario, la firmeza de carácter, y de su madre, resignada y santa, la piedad y espiritualidad, en una especie de síntesis de las mejores cualidades de ambos esposos que parece casi reflejarse en la fuerte y plácida serenidad de su belleza casta y recatada.
Centro ya de las ambiciosas pretensiones de los mejores «partidos» de Saumur, esta belleza, precisamente, parece atraer el interés de su primo Carlos, fino y vicioso parisiense que ha ido a visitar a sus tíos provincianos y del cual Eugenia se enamora locamente. Este amor, contrariado por el padre calculador a causa de la ruina financiera de Carlos, no traspasará la inocente dulzura de las primeras promesas de fidelidad eterna selladas con un primero y casto beso; pero si para Carlos, enviado por su tío hacia las lejanas Indias en busca de fortuna, el recuerdo de la pequeña aventura con su prima pronto no será más que una especie de paréntesis absurdamente sentimental y romántico sólo merecedor de olvido y de rubor, ahora que la «verdadera» vida, con todos sus derechos, le llama a la realidad de las cosas, Eugenia, en cambio, conservará perdurablemente este recuerdo, al que permanecerá fiel como al más precioso de todos sus bienes, y del que su vida, totalmente interior, se nutrirá para siempre con el confiado abandono de un espíritu plenamente religioso.
La legitimidad poética de Eugenia reside por completo en la hipérbole de su bondadosa vocación y en su semblante dulce, tranquilo y bello «como el de la Virgen». Es un personaje construido sin ningún exceso de vacilación psicológica, sencillo y solemne como un ejemplo típico, platónico, animado por una inextinguible vida ideal.
G. Bassani