Protagonista del drama de su nombre (v.) del poeta cretense Jorge Chortátzes (siglos XVI-XVII), publicado hacia 1637. Con decididos y apasionados acentos, Erofile recaba el derecho al amor para sus pobres entrañas desgarradas por la inquietud y en las que la pasión se revuelve en un temor desmesurado.
Su alma se ve agitada por espantosas pesadillas nocturnas, siniestras visiones y espectros errantes y perversos, en tanto se manifiesta su ingenuidad en las narraciones de sueños proféticos demasiado abiertamente alegóricos. Su lenguaje se halla a veces contaminado por elementos gnómicos, pero la expresión de la perennidad y fatalidad de su amor encuentra aún, frente al amado, los acentos de la más cándida e intensa intimidad.
El «pathos» de su figura se acentúa cuando el ruego a su padre, al principio tranquilo, va haciéndose cada vez más ardiente, ya en la evocación de recuerdos de infancia y en sus apelaciones a la misericordia, ya, sobre todo, en las invocaciones a su difunta madre, o bien, finalmente, a las mujeres del coro, cuya intercesión implora con un intenso impulso patético, en nombre de su madre.
Su decisión de morir culmina en una nueva invocación a su madre para que le guarde un lugar en el Hades: «iré a ti: seremos dos desgraciadas bajo un solo nombre». El temblor y la fatiga la dominan en las despedidas, y el amor propio la mueve aun a pedir el homenaje póstumo del llanto. En el diálogo con el rey sus lamentaciones adquieren una efusión melodramática; pero luego, en un monólogo, a las imprecaciones contra su padre y contra el destino, en su reafirmada decisión de morir, suceden nuevas ternuras contemplativas y lacrimosas por el amado, despedazado ferozmente, y el triple grito del nombre de éste, que la recibirá en la muerte, precede inmediatamente al gesto supremo. La figura ingenua y ardiente, dulce y heroica de Erofile fue considerada por Kostis Palamás como la de la heroína ejemplar de todo el teatro neogriego.
F. M.a Pontani