La poesía popular neo- helénica celebró a Atanasio Diacos inmediatamente después de su martirio (1821), y la fantasía popular le atribuyó el conocido dístico: «Mira el tiempo que Caronte ha elegido para llevarme consigo / ahora que las ramas están en flor y en la tierra brota la hierba».
Con este lamento lírico el pueblo expresa el tipo del héroe juvenil, a la vez bello y valiente, que fue el primer mártir de la libertad nacional. Valaoritis refunde este tipo en su poema Atanasio Diacos (v.), pero en lugar de ahondar en su esencia humana, carga el acento en un simbolismo sobrenatural. Desde el primer momento, después de la oración y de las conversaciones con los compañeros de lucha, vemos a Diacos decidido a arrostrar el martirio. Más tarde, cuando cae prisionero, tiene una visión en la que es guiado al cielo por las almas de los héroes caídos.
Desde allí, como en un sueño profético, ve Constantinopla y Santa Sofía, encarnación de la «megali Idea», o sea el sueño de restauración del imperio bizantino. El mismo elemento de la visión profética prevalece también al final, en la descripción del martirio, en la que, cuando el fuego lo ha consumido todo, sólo el anillo de oro del clefta, con el águila bicéfala, vuela hacia el cielo. Esta coloración alegórica, profética y sobrenatural — a la vez que simbólica — del Diacos de Valaoritis hace menos fácil de reconocer la esencia puramente humana de la figura del héroe.
L. Politis