Personaje de la comedia El inspector (v.) de Nicolás Gogol (Nicolaj Vasil’evič Gogol’, 1809-1852). Aunque toda la acción se desarrolla alrededor de su persona, en virtud del error que hace que se le tome por el inspector enviado por el Gobierno central a la ciudad provinciana en que se sitúa la obra, Chlestakov no puede ser considerado el héroe de la comedia, si no es en el sentido alegórico que el autor quiso darle, interpretándolo como la voz de la conciencia que nos impulsa a contemplar con ojos muy abiertos nuestro interior.
A esta interpretación aludía ya el crítico Belinski al decir que Chlestakov como inspector no es más que una criatura de la imaginación aterrorizada por la idea del poder, un fantasma, la sombra de nuestra conciencia; y después del desarrollo que el propio Gogol le dio, esta interpretación ha sido recogida por Merejkovski en su valoración mística del conjunto de la obra de Gogol.
Pero, dado el carácter de la comedia, ese personaje tiene también otra significación: hay en él la representación de ciertos rasgos negativos del carácter ruso, que más tarde, en Almas muertas (v.), Gogol encarnará en distintos personajes: Chlestakov es un poco vil, un poco bellaco, casquivano, aficionado al juego y a las mujeres y sobre todo embustero. Pero no por profesión, «porque se olvida que miente y casi llega a creer en lo que dice», sino porque la fantasía incitada por asociaciones de ideas, escapa a su control.
Completamente característico de Chlestakov es el hecho de que esas cualidades negativas aparezcan en él más bien como muchachadas que como bribonerías. Y dado que más que ellas pesa la circunstancia de que su persona sirve para que los demás personajes nos revelen sus peores aspectos, la interpretación ética que de él puede darse forma, por así decirlo, un mismo círculo con la alegórica.
E. Lo Gatto