Al ocuparnos de este personaje, común a Boccaccio (1313-1375) y a Sacchetti (1330-1398), no estará por demás recordar que la existencia histórica de Buonamico, llamado Buffalmacco, notable pintor contemporáneo de Giotto, comprobada por la más autorizada crítica moderna, era ya admitida en el siglo XVI por Vasari, que en las Vidas (v.) gustaba, no obstante, de poner de manifiesto — evidentemente con el auxilio de notables fuentes literarias, pero más bien como cediendo de buena fe a la sugestión de una creencia popular — su temperamento singular de agudo e ingenioso burlón.
En la digresión de Vasari no aparecen directamente citados Boccaccio ni Sacchetti, con lo cual se confirma la probabilidad de la hipótesis que considera al Buffalmacco de la anécdota vasariana como el resultado de un proceso secular de caracterización, bajo rasgos de personaje fijo y popular, próximo a los de la «commedia dell’arte». Dicha transformación, por otra parte, se halla ya totalmente en marcha en el tiempo que media entre Boccaccio y Sacchetti.
En efecto: en los cuatro cuentos de aquél (v. Decamerón) en que Buffalmacco toma parte, y especialmente en los dos de la «ágata» y del «cerdo robado» en que aparece junto a Calandrino (v.), la función poética de aquel personaje — y por ende su independencia fantástica —, aun cuando medio oculta y esfumada, no es por ello menos fundamental y necesaria. Juntamente con el inseparable Bruno, Buffalmacco define la silueta fugaz de una sociedad intelectual y es el representante de la «parroquia ideal» — como dice Russo — que, confrontada con la presuntuosa y grosera ingenuidad de Calandrino, da precisamente origen al contraste indispensable para producir la sensación de lo «cómico».
En cambio, el Buffalmacco de Sacchetti se adapta ya más a un rígido esquema de protagonista, y las numerosas narraciones que nos lo presentan (las 136, 161, 169, 170, 191, 192) no son más que variaciones anecdóticas sobre los motivos populares de ingeniosidad y acción que le harán llegar luego, como hemos visto, hasta Vasari.
G. Bassani