Personaje de Medida por medida (v.), drama de William Shakespeare (1564-1616). Juez árido y calculador, a quien todos consideran incapaz de enamorarse, siente de súbito nacer en su corazón la amorosa llama al hallarse ante Isabel (v.), hermana del hombre a quien acaba de condenar, y entonces la idea de rígida justicia en que sus actos todos se habían inspirado se derrumba, y el hombre se halla desenmascarado y desarmado: «¿Qué es esto? ¿Qué es esto? ¿Es culpa suya o mía? ¿Cuál es más pecador, el tentador o el tentado? No es ella, ni quiere ella tentarme; soy yo que, al hallarme ante la violeta bajo el sol, hago como la carroña y no como las flores, y la misma suavidad del aire me corrompe». Así Angelo ha caído en la misma culpa que ha condenado.
Este personaje simboliza el axioma de que el hombre, por lo mismo que es pecador, no puede condenar. En las palabras de Isabel (Acto II, escena 4, 72 y ss.) se halla el meollo de la parábola: «¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Todas las almas que existen fueron una vez condenadas, y Aquel que más hubiera podido prevalerse de ello halló el remedio. ¿Qué sería de vos — dice ella a Angelo — si Aquel que es la cumbre de la justicia os juzgara únicamente por lo que sois? Oh, pensad en ello y entonces la clemencia hablará por vuestros labios y seréis como el primer hombre creado».
El personaje está tomado originariamente de la Epizia (v. Hecatónmitos) de Giraldi. Al renacimiento italiano debía corresponder la misión de revisar los valores humanos y sus relaciones dramáticas; pero Shakespeare le imprime un furioso movimiento y sabe resolver más felizmente su situación con puritana habilidad, en un conjunto de desenfrenos y de rigideces que adscriben definitivamente el personaje a la literatura inglesa. Pushkin dio el título de Angelo a un poema suyo inspirado en Medida por medida, después que hubo renunciado a su primitivo intento de traducir al ruso esta obra.
M. Praz