El escritor y poeta catalán Caries Riba (1893-1959) ha reunido en diversos libros que podríamos llamar, valerianamente, de varietés, todos los ensayos, artículos, reseñas, conferencias, prólogos y notas que ha escrito al impulso de múltiples circunstancias.
Los títulos de estos libros son los siguientes: Escolis i altres articles [Escolios y otros artículos, 1921], Els marges [Los márgenes, 1927], Per comprendre [Para comprender, 1937] y …Més els poemes […Más los poemas, 1957]. La crítica de Riba vale, objetivamente, en tanto que vale el escritor. ¿Qué queremos decir con esto? Ni más ni menos: la crítica es, para Riba, uno de los múltiples caminos por los cuales se realiza a sí mismo; la obra literaria es una simple propuesta de cara a sí mismo, no de cara a un posible público a quien es necesario explicarla. Su actitud es, pues, la del lector apasionado que adquiere conciencia de sí mismo a través de la obra ajena, y viceversa. No debe engañarnos el hecho de que haya ejercido, en las páginas de publicaciones periódicas no especializadas, la reseña de los libros recientemente aparecidos o haya intentado, a menudo, el análisis estilístico: el autor es simplemente un lector que ha convertido su función de tal en un medio de conocimiento, no tanto de la obra que le es propuesta, cuanto de él mismo, que la hubiera podido realizar.
Esta última observación nos lleva de la mano a lo que es el método crítico de Riba: «descubrir la idea, la «cierta idea” de la obra literaria que es estudiada, y comprobar el grado de fidelidad con que ha sido realizada». ¿Cómo lleva a término este principio? El mismo Riba nos lo ha dicho en otra parte: «no conoce, hasta ahora — escribe en tercera persona —, ningún otro método más adecuado para él, que pueda llevarle a precisar qué es una obra, que éste de vivir en cierta manera la hipótesis de haberla hecho él; que perseguir, si es necesario hasta el mismo centro de la obra, los principios de su creación y rehacerla entonces, en su conjunto o detalles, manteniendo explícitos aquellos principios». Para llevar a la práctica este método, el autor se sirve de diversos procedimientos que podríamos calificar de objetivos: unos simplemente tradicionales y otros más nuevos — concretamente: estilísticos.
Pero prevalecen siempre los meramente subjetivos, mejor: imaginativos. «La crítica de Caries Riba es toda ella movimiento —ha escrito un crítico —, toda ella imitación de un movimiento, el de la misma obra. No procede, pues, a partir de ideas desarrolladas lógicamente, sino que opera imaginativamente a partir de la obra, siguiendo las direcciones y persiguiendo los impulsos hasta lograr la fuente de principios que la orientan». La crítica es, pues, una experiencia que se realiza en hipótesis y enriquece, tanto como la obra que es objeto de atención, la aventura espiritual propia del crítico, ya que el proceso de creación que despliega en toda la gama de posibilidades que se ofrecían al autor en el momento de escribir y de las cuales éste sólo escogió una, constituye una experiencia insustituible para el crítico como escritor, mejor: como poeta. A pesar de ello, Riba ha insistido más de una vez en la ausencia total de sistema previo y rígido con que ejerce de crítico. Como un lector, iba a decir ingenuo, se deja llevar un poco al azar de cada obra; quiero decir, es la obra la que exige en cada caso un método, o si se prefiere una actitud, no el método que exige, por decirlo así, la obra.
Todo ello es debido a que la obra es el principio del cual se parte y a la cual es necesario volver. La crítica no se trasciende a sí misma, no tiene valor por sí misma como conjunto de ideas, sino que es una simple ayuda marginal: de ahí los títulos de sus libros: Escolis, Marges y, en especial, …Més els poemes. Digámoslo ya: Riba es un escéptico ante la eficacia de la crítica como un sistema autónomo de ideas. ¿Por qué? Porque «un poema, no se explica; es decir, sus palabras no son cambiables por otras, su canto no puede ser traído más acá de las nociones e imágenes que comporta, porque justamente, su cometido es llevar al lector más allá de ellas, por el camino de una voz insustituible». Ante un poema, un crítico, e incluso el mismo autor, no pueden sino «comparar los resultados presentes con los que en el curso del trabajo de composición han sido posibles» o, lo que cree más interesante, «esbozar y valorar los accidentes de vida exterior y profunda que precedieron la concepción, que quizá la determinaron». Por lo tanto, el poema queda virgen, después del análisis a que le somete el crítico, tanto por lo menos como lo era antes de que lo realizara. El poema sólo se explica por sí mismo, y toda crítica es, por decirlo con Charles du Bos, una aproximación.
Por otra parte, ¿qué función atribuye, objetivamente, a la crítica literaria? 1) orientar al lector, pero no pensemos que estableciendo una jerarquía, quiero decir valorando, sino iluminando la lectura (de ahí una de las objeciones que pueden hacérsele: la falta de jerarquizaron: el insistir en autores mediocres y desconocer autores importantes); 2) aclararnos el proceso de creación de la obra, por medio de una re-creación, por decirlo así, de la misma. Riba ha tratado, en sus libros, de casi todos los temas de la literatura catalana: de poesía medieval (Ausiás March y Róis de Corella), romántica (Aribau, Verdaguer) y moderna (desde Maragall hasta Perucho); de novela (es famoso su ensayo sobre la situación de la novela catalana contemporánea) y narración (Pía), etc. Asimismo ha buceado, con extraordinaria lucidez, en su conciencia de creador y ha tratado de literatura extranjera (Baudelaire, Gogol), artes plásticas (Rebull), etc. El conjunto de su obra de crítico y ensayista constituye, hoy, una de las guías más seguras y eficaces de la cultura catalana.
J. Molas