[Éléments d’archéologie chrétienne]. Continuada por la Guía de las Catacumbas l Guide des catacombes] y por las Basílicas e Iglesias de Roma [Basiliques et églises de Rome], esta trilogía publicada en 1900- 1902, expone en forma llana los resultados de los estudios y los descubrimientos arqueológicos en el período que va de Bosio a De Rossi y a sus discípulos y continuadores inmediatos. El autor en el primer volumen de introducción da las noticias necesarias sobre la historia, la epigrafía, el arte de los nueve primeros siglos de la cristiandad. Después de haber estudiado las condiciones jurídicas de los primeros cristianos ante la ley romana y las persecuciones en los cuatro primeros siglos, examina los orígenes y los caracteres de las catacumbas, investigando cómo pudieron los cristianos mantenerlas a pesar de las disposiciones hostiles de los paganos, y pasando después a describir los cementerios de la superficie, que se establecieron cuando la Iglesia hubo conseguido la paz.
Estudia luego el origen del arte cristiano, sus relaciones con el pagano y su simbolismo característico. El segundo volumen considera los más importantes cementerios subterráneos de la campiña romana, desde la primera a la tercera milla, fuera de la ciudad, descubiertos por Bosio en el siglo XVI, y resucitados por obra de De Rossi y de sus discípulos en el siglo 1XIX. Restableciendo la historia general de los cementerios y de las persecuciones con relación a los mártires allí sepultados, proporciona su indicación topográfica según los antiguos calendarios y martirologios, las actas de los mártires, el Libro Pontifical (v.), y particularmente se detiene en los cementerios célebres de Domitila, Calixto y Priscila, de los que volverá a tratar después en su libro Catacumbas romanas (v.).
El volumen tercero está dedicado al estudio de la liturgia en la Iglesia primitiva que fue rudimentaria mientras se desenvolvió en los santuarios domésticos y en las catacumbas, y que se desplegó en todo su esplendor cuando, en el siglo IV, las ceremonias del culto pudieron ser celebradas a la luz del día. Examinadas las regiones eclesiásticas en que la Ciudad estaba dividida, y los primeros «títulos», la «do- mus ecclesiae», el «dominicus», explica el origen de la forma basilical (misa primitiva, sacramentos, año litúrgico, oficio divino). Sigue la descripción de las cuatro Patriarcales, la de Letrán, de San Pedro en Vaticano, de San Pablo extramuros, de Santa María la Mayor y, más adelante, la de las principales iglesias cuyo origen remonta, en muchos casos, a antiguos «títulos» o a templos o edificios públicos transformados. Cada una de las setenta basílicas e iglesias urbanas y suburbanas, tiene una historia propia, inconfundible: es un centro de recuerdos, monumentos, obras de arte, que le dan fisonomía particular y le asignan una función insubstituible en la arqueología y en el arte cristiano. Desde hace ya cuarenta años ningún trabajo orgánico tan complejo e integral se ha publicado todavía que pueda substituir la trilogía de Marucchi.
G. Pioli