[Dissertazione sopra to stato presente della lingua italiana]. Es la obra programática en la que se basó toda la actividad literaria y filosófica del padre Antonio Cesari (1760- 1828), el más esforzado paladín del purismo italiano. La disertación fue escrita en 1809 como desarrollo de una tesis propuesta el año precedente por la Academia de Ciencias, Letras y Artes: «dado al estado presente de la lengua italiana o toscana, mostrad los motivos que la puedan llevar a su decadencia y los medios más apropiados para impedirla».
Estas discusiones literarias constituían una de aquellas veladas apariencias de libertad que el gran déspota permitía a los italianos y, por otra parte, el pleno apogeo del clasicismo, las ideas de Cesari se hallaban tan fuera de su tiempo como, más tarde, ocurriría con el Antídoto. La tesis de Ce- sari es bien conocida: puesto que el estado y la forma natural de la lengua italiana son estados logrados por los grandes escritores del siglo XIV (y no del XVI como, erróneamente según Cesari, mantiene Muratori), toda desviación de las formas y modos trecentistas significa decadencia, y cualquier innovación es inútil y perjudicial.
Tesis rígida y abstractamente lingüística, o mejor lexicológica, como la que ve en la lengua un sistema inmutable de relaciones y de esquemas sintácticos y estilísticos, y en la fluida y espiritual substancia del vocablo lana substancia ontológica definida y fijada de ton modo definitivo. Como puede verse, falta a Cesari el sentimiento orgánico de la lengua como esencia espiritual o, más genéricamente, histórico-literaria: en realidad, habla siempre de la lengua y de los vocablos, pero nunca de literatura.
Y, no obstante, en la restringida y retrógrada Disertación de Cesari fermenta la levadura de los tiempos nuevos, ya que la defensa de la lengua significaba también la defensa del patrimonio nacional y no dejaba de tener valor, en 1809, hablar tan francamente del peligro que entrañaban las excesivas traducciones del francés y del daño que producía el aluvión de galicismos en la bella, pura y armoniosa lengua italiana. En el fondo, éste es el único, aunque no despreciable título de mérito de la Disertación.
D. Mattalia