Publicado en Barcelona en 1877, se recogen en este libro dos piezas oratorias del escritor y político republicano español. En el primero, con motivo de la discusión del mensaje de la Corona del 16 de marzo de 1876, el orador hace un elogio de Cánovas como intelectual y afirma que la política española debe inspirarse en los principios de la revolución de septiembre de 1868, que destronó a Isabel II. Exalta la soberanía nacional, de la que dice que «fue instinto en 1808, sentimiento en 1820, noción en 1836, idea en 1854 y realidad viva y práctica en 1868». Sostiene que España es un «pueblo enamorado de lo imposible: el tipo español por excelencia es don Quijote y la religión nacional el quijotismo».
Afirma que la «política romántica de restauraciones imposibles nos conduce a la guerra porque nos conduce al antiguo absolutismo». En el segundo discurso, pronunciado los días 6 y 7 de abril de 1876 con motivo de la discusión del proyecto constitucional, defiende, en puros principios parlamentarios, el derecho de deliberación por parte de las minorías y clama contra «la tiranía del hecho de Sagunto, que aún no ha recibido ninguna legitimación». Defiende la tesis de que en la Historia perduran las conversiones en sentido progresivo y jamás las conversiones en sentido negativo.
J. Reglá