Fueron recopiladas y revisadas con gran erudición por su mismo autor, Annibal Caro (1507-1566), a instancias de Paolo Manuzio, que las imprimió en Venecia, por vez primera, en 1572-1575. También las cartas de Caro tienen, en común con la epistolografía del siglo XVI, el defecto de estar conscientemente destinadas a la publicación. Pero este vicio es menos evidente en ellas que en otras muchas. Tal preocupación literaria, que naturalmente merma un tanto la espontaneidad del hombre, está en ellas por lo general hábilmente disimulada, y la ambición de proponer una serie de modelos de estilo epistolar no logró atenuar el tono personal característico, que se admira también en las cartas de carácter oficial, en las que suaviza con un garbo florentino muy personal el lenguaje áulico y convencional de la pragmática en las Cortes. En efecto, Caro fue secretario de reputado talento cerca de grandes e influyentes señores y, por último, en la casa ducal de los Farnesios. En su correspondencia familiar, variada por su contenido y copiosísima, se hallan datos biográficos; el autor expresa en ellas mesuradamente sus inclinaciones, el humor del momento, sentimientos siempre nobles, según las reglas de la buena retórica y de las conveniencias sociales, y adopta una actitud de compostura tal vez con miras a la posteridad. Leyendo un poco entre líneas y reconstruyendo algo las noticias de índole privada, obtenemos la imagen de un hombre de gustos sencillos, sincero y solícito, de buen juicio, amante de la vida tranquila y del ocio, estudioso, y cauto por temperamento y por hábito de su profesión cortesana. Pero es inútil buscar en estas cartas penetración ni pasión política, ni un vivo reflejo de los acontecimientos de la época, ni curiosidad, en la correspondencia escrita desde otros países, por las cosas extranjeras. El lector moderno y profano se interesará sobre todo por las páginas donde más se entrega a su inspiración, en sus cartas de carácter jocoso y descriptivo; muy agradables las primeras por su tono festivo y su fluidez narrativa, y notables las demás por su singular eficacia expresiva.
A. Sacchi
Las maravillosas prosas de Caro. (Leopardi)