[Die Sieben Worte des Erlósers am Kreuze]. Una de las más notables obras para cuarteto, de Franz Joseph Haydn (1732- 1809), cuyo origen es muy particular. En las grandes iglesias de Madrid, como ahora en Semana Santa, se verificaba el «Entierro» de Cristo. Un predicador explicaba las siete palabras de la Pasión, y entre una y otra se solían introducir partes musicales para dar reposo al orador y mayor pompa a la función. Por medio de las embajadas españolas de toda Europa fue publicado una especie de concurso para la mejor composición adaptada a aquel objeto, y ganó el premio Haydn en 1785 con una composición para orquesta de cuerda, de viento y timbales; de esta primera redacción el propio autor hizo una versión para cuarteto de cuerda (1790, aproximadamente) y sólo más tarde sacó de ella un oratorio para coro y orquesta (1801).
La versión más conocida es la que está en forma de cuarteto, constituida por una «introducción», siete «sonatas» y un final descriptivo que el propio Haydn llamó «terremoto». En el oratorio cada parte comienza con la repetición por el coro de las primeras palabras de la frase sagrada. En la forma de cuarteto se ha conservado la repetición de esas notas por parte de los cuatro instrumentos, al comienzo de cada fragmento: dada la brevedad de cada uno de éstos, no se puede hablar de verdadera construcción formal, puesto que nos encontramos ante pequeñas ideas que se originan casi por generación espontánea, una de otra, pero sin olvidar nunca por ello la idea inicial y principal. Tal vez precisamente por esa espontaneidad de invención, Haydn consigue construir páginas de intensa emoción. La austeridad del plan que se había prefijado y del lugar de ejecución (la iglesia) le impuso circunscribirse a una atmósfera muy severa, cosa para él nada difícil porque sobresalía en los «adagios». Tales son, aunque con diverso nombre (lento, grave, adagio, etc.), las indicaciones de tiempo de cada una de las siete sonatas, todas construidas, aproximadamente, del mismo modo. Las palabras son éstas:
I) «Pater, dimite illis, non enim sciunt quid faciant».
II) «Amen dico tibi: hodie mecum eris in paradiso».
III) «Mulier, ecce filius tuus, et tu, ecce mater tua».
IV) «Eli, Eli, Lamma sabactani».
V) «Sitio».
VI) «Con- summatum est».
VII) «Pater, in manus tuas commendo spiritum meum».
La inspiración musical halla en esta composición de Haydn una. de las formas más elevadas y perfectamente expresivas entre las obras sacras del siglo XVIII. La severa austeridad de las diversas partes, que pudiera parecer monótona, ofrece un extraño contraste con el último tiempo, el «terremoto», de carácter impetuoso, aunque inferior a los precedentes. Formado por una serie de pequeños fragmentos, cada uno caracterizado por una fórmula rítmica utilizada casi siempre en modo homófono por todos los instrumentos, restándole buena parte del interés contrapuntístico que puede ofrecer un cuarteto, adquiere, sin embargo, mayor resalte por su ímpetu rítmico y por el franco color armónico, frente al color algo severo y fatigoso de las «sonatas».
R. Malipiero