Comedia de enredo en tres actos del autor español. La acción tiene lugar en Madrid. Don Félix de Toledo riñe por celos con don Diego de Lara ante la puerta de la casa de su enamorada doña Leonor de Mendoza. Don Diego da satisfacciones a don Alonso, padre de la dama, diciéndole que ha sido por empeños de juego y que le persiguen tres enemigos: la traición de Leonor (que le desdeña), la ventura del galán a quien ella quiere (o sea, don Félix) y sus celos. Por su parte, don Juan de Lara corteja por aquellas mañanas de primavera (véase la escenificación de estos cortejos matinales de primavera en la comedia Mañanas de abril y mayo) en el Parque a la tapada doña Elvira, hermana de don Diego, su amigo.
Don Diego manda un recado a doña Elvira por medio de Hernando, criado de don Juan. Pero don Félix conoce el mensaje, pregunta al criado por su amo y le desafía. Debido a esto son dos los ofendidos: don Diego porque fue en realidad quien mandó al criado con el mensaje, y don Juan porque don Félix le desafió y apaleó a su criado. El movimiento escénico de esta obra, como las del género, viene compensado por la gracia de las escenas de galanteo, de celos, de paseos matinales en el Parque (Jornada I). Doña Leonor, llevada por los celos, va a casa de don Félix donde encuentra a doña Elvira. Allí la encuentra su padre. Temiendo por su honra, don Alonso quiere matarla, pero un criado la salva y avisa a don Félix cuando está a punto de batirse con don Juan (Jornada II). Queda suspendido el duelo entre don Juan y don Félix. Doña Leonor se ha refugiado en casa de don Juan.
Pero allí va también tapada doña Leonor, lo que origina un juego escénico de gran efecto debido a que por su parte don Juan quiere mantener su palabra dada a don Félix y hace creer a don Diego que su hermana es doña Leonor. Finalmente la obra termina felizmente, con el reconocimiento de todos y se aclara la situación y los empeños ocasionados por el azar del criado (Jomada III). La obra es de una agilidad extraordinaria, llena de situaciones ambiguas, de sutilidades. Calderón llega a ser un virtuoso de este género de comedias de enredo y de sus situaciones. Sólo su genio fue capaz de animar obras en las que se repiten una y mil veces las mismas situaciones (v. Mañanas de abril y mayo y El escondido y la tapada). En los encomios de las calidades de la dama abundan las comparaciones propias del estilo calderoniano.