Roman de Héctor

[Román d’Hector]. Llamado también en algún manuscrito Ro­mán de Hércules [Román d’Hercule]; por su contenido, las empresas juveniles del héroe troyano, es conocido igualmente con el nombre de Enjances Héctor [Mocedades de Héctor]. Es un poemita francovéneto del siglo XIII, de autor italiano desconocido. Es evidente su derivación del Román de Troya (v.), de Benoit de Sainte-More, a pesar de ser su fábula puro fruto de la fantasía del poeta.

Hércules (v.), a quien sólo iguala Héctor, asedia la ciudad del rey Filimenis, Tremaquis. Llega a Troya la noticia: dolor de Príamo y decisión de Héctor de partir para tomar venganza. Armado de su fiel espada Duranda, parte sin que nadie lo sepa y después de largo viaje consigue penetrar sin ser reconocido en la ciudad asediada, cuyo rey, a su llegada, siente renacer la esperanza, mientras Troya entera está su­mida en el dolor. Los dos héroes se encuen­tran en singular batalla. Lucha feroz, en que finalmente Héctor lleva la ventaja so­bre su adversario, el cual, a punto de mo­rir, quiere saber el nombre del que lo ha vencido, y cuando lo sabe no se duele de su muerte por mano de tal héroe: sólo desea que todos lo sepan y que se le erija un monumento. Héctor se conmueve y pro­mete. el monumento y salvar la vida a los compañeros de Hércules. El alma del héroe gigante saliendo del cuerpo hace más ruido que los truenos y las saetas.

El rey Filimenis sale al encuentro de Héctor, queda asombrado de su valor, y le ofrece la mitad de su reino: Héctor pide perdón para los compañeros de Hércules y lo obtiene. Junto con el rey se van al campo enemigo y ha­blan con los hombres del héroe caído, cele­bran después sus funerales, recogen sus cenizas en un vaso de oro y le erigen un monumento. Cuando vuelven al palacio real, Héctor tiene que revelar su nombre. Los festejos y las fiestas duran un mes, después del cual Héctor vuelve a Troya. Príamo, advertido de su llegada por un doncel, se queda mudo de emoción. Héctor se arrodilla y pide perdón: entran juntos en la ciudad, donde las fiestas duran dos meses. El poemita, que no tiene mucha originalidad esti­lística, se hizo popularísimo; está conser­vado en cinco manuscritos, de los cuales ninguno se remonta más allá de la pri­mera mitad del siglo XIV.

G. C. Onesti