El itinerario de este viaje imaginario resulta sólo comprensible si tenemos en cuenta la concepción que de la Tierra tenían los antiguos: plana, flotando en el Océano, y cuyos confines confundíanse con el cielo. Luciano y algunos amigos, tras cruzar las columnas de Hércules, se enfrentan a varias aventuras extravagantes. Entre los episodios sobresalientes está el de la tempestad que eleva la barca hasta la Luna, donde los viajeros asisten a la guerra entre los Lunares y los Solares.
Retornados al Océano y después de recorrer otras tierras, Luciano y sus compañeros son tragados por una ballena, en el vientre de la cual encuentran a otros dos griegos que los ayudan a escapar. Siguen una estancia en la isla de los Bienaventurados, con los grandes personajes del pasado, y la visita a la Isla de los Sueños. El paso de una profunda sima abierta en el Océano, más allá de la cual se encuentra la tierra opuesta a la habitada por los hombres, pone fin a la novela.