El Sátiro o El Fauno Divinizado, Wolfgang Goethe

[Sátiros oder der vergótterte Waldteufel]. Breve drama satírico en verso, en cinco actos, de Wolfgang Goethe (1749-1832) es­crito hacia fines del año 1773, después de la última experiencia del íntimo círcu­lo de Darmstadt, en el que se había sa­turado el autor de las nuevas auras rousseaunianas, y Hamman y Herder le ha­bían abierto nuevos horizontes. En junio del mismo año había madurado su Goetz de Berlichingen (v.), casi afirmación in­consciente de su propia personalidad, y tras algunos meses de meditación da nacimien­to a esta sátira, crítica y superación de sí mismo.

El Sátiro, fauno de los bosques, se convierte en profeta de la nueva reli­gión y atrae hacia sí al pueblo, que le adora como a un nuevo dios, condenando al antiguo anacoreta que hasta entonces había sido objeto de toda veneración. Pero en el instante en que éste se halla a punto de ser sacrificado, se descubre que el nuevo profeta está dedicado a sus amores con Eudora, mujer de Hermes, su sacerdote. La sátira contra el profeta, refiriéndose a Herder, que en la vida privada descendía de la sublimidad de sus vastas visiones, cayendo en debilidades más que humanas, es lo que resalta a primera vista. La parte más inte­resante es la que va dirigida contra la exal­tación religiosa del «Sturm und Drang» (v.) de la que había sido víctima el propio Goethe. Éste, por decirlo así, se aparta de sí mismo para ironizar este impulso sen­timental que le embriagó, pero que ahora siente que no posee poder suficiente para dominar la vida. De todo este humorismo retrospectivo brotan versos de maravilloso lirismo, frenado por la misma ironía, y vi­siones íntimamente vividas, como la cos­mogonía del Sátiro.

Este demonio pagano y campestre no es satánico como Mefistófeles (v.) ni plantea ni resuelve problemas éticos o gnoseológicos; no es tentador ni humano. Es la bestialidad alegre de los sentidos elevada sentimentalmente a reli­gión. Representa un punto límite de la vida de Goethe, en la que el amor no es todavía pasión ni elevación: el momento estético está a punto de superarse y el meditativo comienza a apuntar como factor crítico. Las alusiones a personajes famosos son evi­dentes: aparte el Sátiro, que representa a Herder y en’ parte a Hamman, el anacoreta es el propio autor, y Psiquis, que se entre­ga ciegamente al nuevo dios, es Carolina Flachland, la esposa de Herder; pero todos ellos son vistos con parcialidad en función de Goethe, por el impulso momentáneo que ejercieron sobre él y por el eco que des­pertaron en su espíritu. El protagonista es Goethe y tan solamente Goethe, desdobla­do entre su titánica vida presente y la pa­sada. [Trad. de Rafael Cansinos Assens en Obras completas, tomo III (Madrid, 1951)

G. F. Ajroldi