Bajo el nombre del gran historiador y cronista ateniense Apolodoro, que floreció hacia el año 150 a. de C., nos ha sido transmitida la Biblioteca, que es un vasto tratado mitológico, compilado según inmejorables fuentes, no antes del siglo I d. de C. Por qué algunos han querido atribuir a Apolodoro esta obra, no se comprende claramente; su fama más que a nada se debía a las Cronologías que proporcionaban la base cronológica a toda la historia antigua desde los tiempos troyanos hasta la época del autor, pero como además de cronología, Apolodoro se había ocupado en mitología, en una obra de 24 libros titulada De los dioses se pudo en cierto modo atribuirle, sin otro fundamento que el de una afinidad en el tema tratado, esta compilación mitológica para puro uso escolar y de repertorio. No hay nada, en efecto, de común entre la obra espuria conservada y los fragmentos auténticos; en ésta la dirección científica era rigurosamente seguida, no sin referencias a la filosofía estoica y a la filología de Aristarco; la literatura poética, principalmente homérica y la de Hesiodo, que constituía verdaderamente la Biblia teológica y mitológica de los griegos, era examinada por Apolodoro críticamente, y tal vez hasta demasiado racionalmente, pues hallaba en la génesis de la idea de divinidad, si no precisamente el substrato humano al modo de Evemero, a lo menos el astral cosmogónico, y hasta léxico y etimológico. La Biblioteca, en cambio, no tiene ningún presupuesto crítico: se limita a exponer los hechos clara y sencillamente. Mucho del material mitológico del pseudo Apolodoro fue a parar a la literatura escolar, en cuanto los comentadores hallaron cómodo y oportuno ilustrar las figuras mitológicas con informaciones sacadas de ese repertorio. Su utilidad es demostrada también por el número de compendios que de la Biblioteca se hicieron en los siglos posteriores; todavía hoy representa el más vasto y completo repertorio mitológico de que disponemos para la ambigüedad, si bien de muchos mitos sólo son expuestas las variantes más conocidas y no las más extrañas y anticuadas. Substancialmente la Biblioteca se atiene a la pura tradición del helenismo épico y dramático.
F. Della Corte