[D’aprés Paris]. Conjunto de trabajos poéticos de Léon-Paul Fargue (1878-1947), publicado en 1932. Se trata de una serie de meditaciones, fantasías y recuerdos elaborados en el curso de los largos paseos que, en compañía de sus fantasmas, solía dar el escritor por ese París nocturno que tanto amaba (Alta soledad y Peatón de París).
Prosas en forma de poemas, relatos y fragmentos salvados del olvido le bastan a Fargue para componer uno de los libros más preciosos y sensibles de los inspirados por ese mundo encantador y anacrónico que se esfumó al desaparecer los coches de punto. Cuadros de ayer y visiones del presente se amalgaman en la memoria dolorosa del poeta, que guarda todas las palabras, todas las imágenes de la infancia — tan cara a su corazón — para evocarlas con celosa e ingenua ternura. Libro de la «melancolía que no se seca, que no endurece». Según París brinda a nuestros deslumbrados ojos aquel viejo cielo de París sobre el que la torre Eiffel alzaba tímidamente sus primeros arcos de férreo encaje; estamos en la época en la que los viajes en el ómnibus Madeleine- Bastille constituían para el adolescente Fargue, que empezaba a salir solo, «sus primeros pasos en el mundo»: «Imaginaos un salón que rueda y en el que no se estaba obligado a hablar».
El encanto del libro estriba en la admirable fusión que en él encuentran los recuerdos de una época desaparecida y las añoranzas de una juventud que muerden vivamente en el maduro corazón del poeta. Los seres queridos y familiares aquí están resucitados en el mismo aire que les vio moverse. A pesar de ser menos agitado que el viaje en Vulturne, éste no es menos desgarrador: «Al término de todas las rutas del mundo, nada ‘serio hay… incluso ni un sentimiento. Sólo hay un fantasma». Y éste es el Fargue que hoy volvemos a encontrarnos «de pie, las piernas cansadas… parado en medio de la plaza Maubert», humano, amargo y ¡tan próximo!…