[Rime di Argia Sbolenfi]. Obra poética de Olindo Guerrini (1845-1916), publicada en el año 1897 y atribuida por el autor, que sólo figura como prologuista, a Argia, hija de Pierino Sbolenfi, divertido tipo de petroniano que, según advierte Guerrini, se había hecho popular tanto por la excentricidad de sus costumbres, como por la sabrosa vena de poeta satírico y humorista.
Argia había seguido las huellas paternas, dedicándose a rimar temas muy libres y tratándolos en forma desvergonzada y obscena, como admitía la moda realista de la literatura de la época. Guerrini, presentando en forma de libro tal producción, que apareció primeramente en periódicos locales, adopta la postura de un juez riguroso, condenándola como «literatura de café-concierto», aun encontrando en ella una línea de progreso desde la demencia de los primeros versos, fútiles y de lubricidad grosera, hasta la elevación «hacia la lírica», en la segunda parte. Pero toda ella es una poesía escrita a la ligera y de apresurada elaboración literaria, tanto en las chanzas, las chocarrerías, las parodias y las necedades, como en las fantasías priápicas de una extrema obscenidad, o como en las escasas piezas (casi todas sonetos, en el grupo «Decadentes») que imitan Postuma (v.); o como, finalmente, en las rimas polémicas contra la Italia vulgar, hipócrita y de fatuo espíritu nacionalista de aquel tiempo; contra el Papa, el clero y la reciente burguesía ennoblecida, cínica y despiadada bajo el manto de los ideales sociales, civiles y patrióticos; contra la enorme impostura de una nación que había hallado un provechoso equilibrio entre el trono y el altar; contra los escritores, que «para que sea fácil su sustento / venden los posos del tintero».
Hay en esta parte un fervor bien orientado y persuasivo, pero que no se eleva nunca hasta la emoción (como a veces había conseguido el Carducci del Intermezzo, v., cuya manera Guerrini captó felizmente). Se trata de una poesía resonante y genérica, tal vez agradable para ser compuesta e incluso para oírla; pero que ahora ha perdido todo significado y valor y ha caído en el olvido, sin haber aportado nada ni siquiera como imagen y modo del hablar italiano. Entre la restante poesía burlesca y fálica, la mejor es aquella que aparece compuesta en forma breve, atrevida y lacónica, dentro de la cual el humor y la obscenidad parecen más soportables.
E. Marzot