[Rhadamiste et Zénobie]. Tragedia en cinco actos estrenada en 1711. Está considerada como la obra maestra de este fecundo autor, que fue hacia finales del siglo XVIII preferido a Voltaire. Compuesta según el peor gusto de aquel momento, es una mezcolanza de horrores velados por lo que en lenguaje jurídico suele llamarse circunstancias atenuantes.
Zenobia, hija del rey de Armenia, Mitrídates, ha sido prometida a su primo Radamisto, hijo de Farasmán, hermano de Mitrídates. Ambos hermanos se han peleado y Mitrídates deniega su consentimiento al matrimonio. Sintiéndose injuriado, Radamisto asesina a Mitrídates y rapta a Zenobia, que pronto es apuñalada y arrojada al río Araxe. Éstos son los antecedentes, que son expuestos por un coro al principio de la tragedia. Pero Zenobia, que no ha muerto y se halla prisionera bajo el nombre de Ismenia en la corte de Farasmán, es amada por éste y por su hijo Arsame, que no saben que les es, respectivamente, nuera y cuñada. Llega entonces Radamisto como embajador del Senado romano y no es reconocido ni por el padre ni por el hermano. Encuentra a Zenobia y su amor se despierta más furioso que nunca.
Se da a conocer a la mujer y ésta, fiel a su deber más que al amor, ya que ahora ama a Arsame, promete seguirle adonde quiera. Huyen Radamisto y Zenobia; perseguidos por Farasmán, éste mata al que le roba la mujer amada. Cuando advierte que acaba de matar a su propio hijo, cede Zenobia a Arsame y les invita a que se vayan lejos para que no vuelva a despertarse el fantasma de los celos. El equívoco de la obra, que marca perfectamente la transición del teatro trágico del siglo XVII al de Voltaire, estriba ante todo en la deliberada rebusca de la truculencia, aun salvando la convencional conciencia moral de los personajes, lo que no es suficiente para darles una verdadera humanidad. La situación de Zenobia, entre el padre y los dos hijos, le fue sugerida a Crébillon por la de Nonima del Mitrídates (v.) de Racine (v. también Zenobia). [Trad. española anónima (Madrid, 1784)].
G. Alloisio
Radamisto es, sin duda, la mejor de todas las obras de Crébillon, o, mejor dicho, la única verdaderamente hermosa. (La Harpe)
Hombre de encendida imaginación, ocupado incesantemente en hacer y deshacer el hilo de una acción novelesca. La materia le es indiferente; toma de La Calprenéde, de Comeille y de Racine situaciones, caracteres, sentimientos; amalgama lugares comunes, inventa ferocidades y heroísmos inverosímiles; poco le importa; nunca dirigió una mirada hacia la naturaleza. (Lanson)