[The Sensitive Plant]. Breve poema de Percy Bysshe Shelley (1794-1822), publicado en 1820. En un maravilloso jardín donde todas las flores más bellas se abren a la tibieza de la primavera, crece también una sencilla y modesta sensitiva. Una dama cuida con paciente amor todas aquellas plantas, pero muere y el jardín, privado de la que había sido su alma, se transforma en una maraña de hierbajos.
El poeta se pregunta si esta vida nuestra no será un sueño y la. muerte una burla. Si la vida y el comportamiento de los hombres fueron a menudo comparados a las plantas de un huerto o de una viña, el jardín de Shelley, en que las plantas más diversas se encuentran en simultáneo florecimiento, conserva en cambio un valor no tanto alegórico como simbólico; no se deriva de una visión moral traspuesta a imágenes: es creación fantástica embebida de una significación espiritual: en esta figuración del alma parece que las plantas y las cosas adquieren, por fuerza de inspiración, aspecto humano y que hasta la vida y el crecimiento estén a punto de articularse en palabra humana. Hay una íntima verdad de representación que se realiza en el plano de la fantasía desvinculada de toda referencia realista y hace asemejar el jardín de Shelley a las floridas imaginaciones del Paraíso Terrenal que fueron propias de los miniaturistas y de los primitivos. La mujer que cuida de este reino encantado es la propia vida, que es amor y es infinita paciencia creadora, y junta a la cual la primavera es precisamente el espíritu del Amor. Y si la sensitiva puede representar en esta especie de tierra prometida la flor de la más delicada femineidad, es también símbolo del espíritu humano, según el platonismo de Shelley.
Puede parecer que el final, en que se dice que la nueva primavera hallará a la sensitiva reducida a briznas marchitas, se cierre con una nota pesimista que reconoce el triunfo del mal y de la muerte; en realidad esta visión tiende a afirmar, en contraste con la aparente caducidad percibida por nuestros sentidos imperfectos, la eternidad incorruptible de la idea y del espíritu. En la descripción del jardín, el panteísmo de Shelley alcanza tal vez su máxima intensidad poética, y el breve poemita, que es considerado como una de las expresiones más completas del romanticismo, es una de las composiciones más conocidas y merecidamente celebradas de Shelley, y señala una de las cimas más altas, si no la más alta, de su obra lírica»
S. Rosati
Podéis jugar con las imágenes por pura ingeniosidad intelectual, y entonces os podréis divertir y escribir acrósticos; o bien podréis deleitaros en ellos con arrobo, y entonces podréis escribir La sensitiva… En un significado más intenso aún de lo que pudo soñar Shakespeare, Shelley da una casa y un nombre a nadas etéreos. (F. Thompson)