[Roda Rummet]. «Escenas de la vida de artistas y literatos», del sueco August Strindberg (1849-1912), publicadas en 1879. Son esbozos de personajes y ambientes de la sociedad sueca de su tiempo, extraordinariamente incisivos. Figuras de la vida bohemia, comerciantes usureros, periodistas sin conciencia y sin escrúpulos, señoras orgullosas, llenas de envidia y de vanidad, que se ocupan de beneficencia, editores ignorantes y atentos sólo al negocio, sacerdotes rapaces, muchachas corrompidas que simulan el amor; y junto a ello el fastidioso ocio soñoliento de algunas oficinas públicas, los mezquinos debates del Riksdag sueco, las obscuras especulaciones de sociedad que se amparan en ideales sociales y patrióticos, la mentira organizada de los trabajadores, están retratados con amargo vigor, con crudeza despiadada que recuerda a Daumier y que constituye el carácter más saliente, además de marcar el límite, del Strindberg escritor.
Su limitación se nota fácilmente también en estos, diseños, sobre todo en aquellos que pasan de la amarga observación a la caricatura sarcástica. El editor Smith, el pastor Skáre, el tribunal para el pago de estipendios a los empleados, la sociedad de seguros marítimos «Tritón», son, en efecto, dibujos en los que el sarcasmo se convierte en caricatura. Pero allá donde no se abandona, influido también por los modelos americanos, a tales simplificaciones, donde representa almas mezquinas e hipócritas, como la de Cari Nicolaus Falk, pero no exentas de humanidad, con sus humanos dolores y sus humanas miserias, como en el entierro de la hijita de Struve, Strindberg da la medida de su fuerza de escritor. El libro presenta estos diseños encuadrados en la narración de la vida de un joven generoso e idealista, Arvid Falk, que deja su empleo para dedicarse a la literatura militante, hasta que, tras muchas amargas experiencias, vuelve desilusionado a su vida de empleado, ocupándose, en sus horas libres, de numismática: un innocuo burócrata, al menos en apariencia, aunque el fuego continúe ardiendo bajo las cenizas. Pero esta trama constructiva queda más bien externa.
La vigorosa crudeza de estos diseños ahuyentó en Suecia a los espíritus supersticiosos y exangües del tardío romanticismo, de las formas de la literatura convencional y académica. Desde entonces en adelante, Strindberg ocupó el primer plano en la cultura de su país. Junto con otros libros suyos, La sala roja se cuenta entre las manifestaciones más notables de la literatura moderna, en cuanto que representa con dolorosa amargura la corrupción de los varios órdenes y costumbres sociales, y, más allá de las contingencias históricas, la corruptela general de los descendientes de Adán. Por este su fundamental y doloroso pesimismo, La sala roja puede colocarse al lado de la Mandrágora (v.) de Maquiavelo.
V. Santoli
Aunque a veces salvaje y loco, Strindberg nunca es romo: a veces barroco y angosto, a veces grande. Por otra parte, escribe en un sueco bellísimo. (G. Brandes)