[La double maiíresse]. Novela del escritor francés publicada en 1900. Estamos en el siglo XVIII, vivazmente evocado; un joven oficial, Francisco de Portebize, recibe una herencia de un primo de su madre, el conde de Galandot, muerto en Roma; pero, en vista de que nadie quiere acordarse del finado, él, intrigado, inquiere detalles sobre su vida. Nicolás de Galandot, joven severamente educado, se siente atraído hacia su prima Julia de Massenil, que es para él la despreocupación, el abandono a la alegría, pero su carácter tímido no sabe corresponder a la procaz adolescencia de la muchacha, que le ocasiona tan sólo sufrimientos y penas. La intervención de la madre acaba con el idilio y obliga a la joven a casarse; ésta elige a un capitán de caballería, monsieur de Portebize, y de la unión nacerá más tarde Francisco.
Nicolás va a Roma para llevar a cabo unos estudios de arqueología. Pero en aquella sociedad de aventureros estudiosos y vividores (Régnier lleva a cabo en esta parte una narración amanerada, pero no desprovista de gran vivacidad por lo que se refiere a los ambientes papales y burgueses) el pobre Galandot llega a ser víctima de los enredos de una hermosa y malsana mujer en la que había creído vislumbrar a Julia: se llama Olimpia, es encantadora y despoja poco a poco al pobre hombre de sus fincas y de sus preciosas monedas. Ella es la doble amante, la que encierra en sí misma «el fantasma de un amor único y dos veces vano». El conde, humillado por su pasión y traicionado en su interior, intenta liberarse de tal vergüenza; pero a duras penas la muerte, llegando inesperadamente, impide que Olimpia se quede con todos los bienes.
El sobrino, que intentaba comprender la vida de su raro «tío romano», no tendrá luego muchas consideraciones ni siquiera con la urna que contienen sus cenizas que, en el jardín de la villa, serán mudo testigo de sus fáciles amores. La novela tiene páginas centelleantes de aguda ironía en la evocación de un castillo del siglo XVIII y de la sociedad romana (caricatúrese» resulta la figura del cardenal Laparelli, en su existencia aventurera y barroca); pero el conjunto es débil, debido a que la unidad narrativa es interrumpida continuamente por episodios que ponen de manifiesto este o aquel carácter, tanto refiriéndose a los tiempos del conde, como a los del sobrino.
C. Cordié
Cada perla de este collar me gustó por ser atrayente su forma y brillante, pero no llegué a percibir completamente su engarce. (A. Gide)