[La Maison Nucingen]. Novela de Honoré de Balzac (1799- 1850), aparecida en 1838. Ilustrando la fortuna del banquero de origen alsaciano Nucingen en el París de la Restauración y de Luis Felipe, Balzac quiso englobar en su análisis a todo el mundo de la alta finanza. Godofredo de Beudenord, elegante «dandy» y antiguo diplomático, deseando arreglar su vida y poner casa, por consejo de su tutor vende sus propiedades y confía su capital a Nucingen, el famoso banquero, al que astutos golpes han procurado un nombre ilustre. Precisamente en un baile en casa de Nucingen, Godofredo conoce a Isaura d’Aldrigger, huérfana del banquero alsaciano Aldrigger junto al cual hiciera Nucingen sus primeras armas. Entre ambos jóvenes nace el amor y su porvenir parece asegurado por la prosperidad del banquero que administra sus bienes. Pero Nucingen está preparando uno de sus golpes : liquidará su casa y desaparecerá durante algún tiempo. Rastignac (v.), entonces, amante de la mujer del banquero y su brazo derecho, previene a su amigo Godofredo para que pida a Nucingen que emplee sus fondos en acciones «Clapa- ron»; y los mismo hacen la viuda Aldrigger y su hija.
Godofredo e Isaura se casan. Pero pronto el diabólico banquero provoca otro golpe escénico: su casa ha liquidado ya el pasivo de acuerdo con los acreedores, cuando los diarios anuncian la vuelta del banquero y poco más tarde se señala la llegada de dos navíos cargados de metal, en Burdeos, por valor de siete millones de francos, por cuenta de* la Casa Nucingen. El financiero vuelve, pues, más en auge que nunca, mientras la Sociedad Claparon, que es sólo una creación ficticia suya, no tardará en quebrar. Godofredo e Isaura se encuentran, pues, arruinados. El valor intrínseco de esta obra de Balzac no es grande por sí mismo, pues el novelista, con la ambición de mostrar la esencia secreta del gran juego de las finanzas, se ha preocupado menos de los caracteres: el mismo Nucingen parece más un símbolo que una persona viva. Sin embargo, el libro conserva un gran valor de documento y es casi la clave para entender gran parte de la restante obra narrativa de Balzac, cuyos personajes más típicos aparecen aquí frecuentemente.
M. Bonfantini