[Else. En Julefortaelling]. Este largo cuento publicado en 1882, que sigue de cerca a tres recopilaciones de novelas breves (1879-1880- 1882) y las novelas Garman y Worse (1880) y Trabajadores [Arbejds folie, 1881], precediendo en poco a otra novela notable Skipper Worse (1882); es quizás al comienzo donde Kielland volcó todo su talento y su capacidad de escritor. Elsa es más rica y compleja que las novelas breves, con una cierta gracia y elegancia imitadas de las novelas francesas, más concentrada y artísticamente pura que las novelas largas, en las que a veces predomina la polémica social y política.
Elsa es una deliciosa muchacha de fresca sonrisa, que se abre a la vida y al amor: pero el mismo día en que el amor se le revela y la embriaga, da también el primer paso en el camino de la perdición. Desde el momento en que cede a los halagos del «rico y aristocrático» cónsul With, su vida es lenta caída, junto con Svend, el joven que había despertado en ella el amor; hasta que, después entra en una sociedad de gente equívoca, la «banda del arca de Noé», y muere con ocasión de un robo organizado por la banda la noche antes de Navidad, hambrienta y embriagada por haber consumido una botella de agua de rosas. Catástrofe evidentemente simbólica, pues Elsa, cuyas tristes aventuras no han podido debilitar su ansia de vivir, muere deseando aún vida y placer, víctima de la irregularidad e intemperancia de aquel mismo impulso vital.
El cuento pertenece, pues, al género romántico de las muchachas seducidas y perdidas; pero tiene un acento propio, debido no tanto al ambiente noruego, que a nuestros ojos le presta cierto atractivo exótico, como a la lozanía de la figura principal, naturaleza elemental, sólo ávida de amor y de placer, que ignora las luchas de la conciencia moral y va hacia su ruina por culpa de la sociedad. Y aquí en el artista encontramos al moralista social que fue Kielland, flagelador, en tantos lugares de su obra literaria, del convencionalismo indiferente de las instituciones llamadas de caridad; de la corrupción de tanta gente bien situada y estimada (Elsa, fruto de la pasión de un caballero de la buena sociedad, cae por la pasión de otro caballero de la misma condición). Pero la presencia del moralista, aunque se hace sentir, es discretísima; y el fondo moral no hace sino aumentar el relieve y la consistencia de la figura de Elsa.
V. Santoli