[Elegien]. En la edición de las Poesías (v.) de Wolfgang Goethe (1749-1832), están reunidas en dos grupos: el primero comprende las Elegías Romanas (v.); el segundo está constituido por seis composiciones distintas, ligadas solamente entre sí por la común forma métrica: el dístico. «Alexis y Dora» es un idilio compuesto en Jena entre el 12 y el 14 de mayo de 1796, publicado en el «Almanaque de las Musas» (v.) de 1797. Recoge un motivo muy caro a Goethe, del que ya da indicios cuando describe, durante su viaje a Italia, su despedida de la «Bella Milanesa» (abril de 1788), y que trató ampliamente en prosa en la escena del adiós entre Wilhelm Meister (v.) y la bella condesa (compuesta en 1794); una pasión que surge y es confesada solamente en el momento en que los dos enamorados se separan.
La imagen de los delfines que danzan en la estela de la nave en la que Alexis se aleja, la visión de Dora que prepara para el que ha de partir un cesto de naranjas e higos cubiertos con ramas de mirto, y otros detalles análogos, sirven de fondo al idilio de Italia; y gran parte de la «poesía de Italia» del siglo XIX reanuda más tarde sus temas, desde los Idilios de Capri y las Églogas de Platen, a la Rabiosa de Heyse. «El nuevo Pausias y su florista» [«Der neue Pausias und sein Blumenmádchen»] es un diálogo al estilo antiguo, cuyo sabor clásico se acentúa en un colorido parangón entre la pintura y la poesía, con franca predilección por los sensuales valores plásticos. Fue compuesto en Jena el 20 de mayo de 1797 y publicado en el «Almanaque de las Musas» de 1798. De él se desprende cierto calor de intimidad debido al hecho de que en la florista está evidentemente representada Christiane, la cual, antes de entrar en la casa del poeta, había sido operaría en la fábrica de flores artificiales de Bertuch en Weimar.
Dos amantes, mientras entretejen guirnaldas, describen el nacimiento de su amor, las primeras peripecias, la riña en la posada, la primera separación y el encuentro definitivo: «De nada valen las flores cuando falta la gentil que las entreteje en guirnalda». El tono de la poesía es sensual y sereno: próximo, en algunos puntos, al de las Elegías Romanas. «Euphrosyne» es, por el contrario, un lamento en memoria de la actriz Christiane Neumann-Becker (1778-1797). Esbozada en Suiza en octubre de 1797, bajo la impresión de la fúnebre noticia; rehecha en Weimar en la primavera de 1798, y terminada en el mes de junio siguiente, la elegía considera — en una quieta luz casi mítica — la emoción dolorosa de la cual es origen; y el llanto de la joven amiga —de todo lo que ella había alcanzado en la vida y en el arte, de todo lo que era esperanza, promesa y sueño y que se ve truncado por la muerte— se amplía en el motivo amplio y solemne del contraste entre la naturaleza tranquila y eterna en la fijeza de sus leyes, y la incertidumbre y la caducidad del destino humano.
Sobre el fondo grandioso de las montañas, la aparición de la muerte con aspecto de diosa, la conmovedora evocación de tantos recuerdos, la exaltación del arte que «lleva a término en la criatura aquello que en la realidad le niega la vida», se suceden en un ritmo moderado, con un acento tristemente sereno, hasta que todo queda sumergido en el silencio nocturno, y al poeta, apoyado en una roca musgosa y profundamente abatido, se le anuncia desde lejos la primera luz de la nueva alba. Entre las poesías de Goethe de tono meditativo, la elegía es una de las más significativas.
El título está tomado de una ópera de Weigl, en la cual la actriz representó el papel de Euphrosyne, «criatura alegre y graciosa». «El reencuentro» [«Das Wiedersehe»], compuesta en 1793, desarrolla en un breve diálogo el motivo de la distinta posición del hombre y de la mujer respecto al amor: mientras la mujer, entregándose, realiza por completo su vida y por ello queda ligada para siempre al «mundo de ayer», el hombre vive íntegramente «en el momento presente». «Amynthas», compuesta el 19 de septiembre de 1797 y publicada en el «Almanaque de las Musas» de 1798, es una sonriente confidencia del poeta, después de diez años de convivencia con Christiane: el amor consume las fuerzas del hombre, pero el poeta es como el olmo para la hiedra que lo envuelve y lo consume, sintiéndose feliz en entregarse: «Dulce es prodigarse: dejad que goce de la prodigalidad más bella». «Hermann y Dorothea», compuesta en diciembre de 1796, es una defensa de la poesía inspirada en el sentimiento pagano de la vida y el arte de los antiguos; evoca la imagen de Homero en el momento en que las teorías de Wolf parecían destruirla: «Bello es ser un homérida, aunque se deba ser el último». La elegía representa también un primer preludio a la publicación del poema que lleva el mismo título (v.). En la edición de las Poesías de 1806 también estaba incluida entre las «Elegías» la «Metamorfosis de las plantas», compuesta el 17- 18 de jimio de 1798 y publicada en el «Almanaque de las Musas» de 1799; en la edición definitiva, el mismo Goethe la pasó a otro grupo: Dios y Mundo (v.). [Trad. De Rafael Cansinos Assens en Obras completas, tomo I (Madrid, 1950)].
G. Gabetti