Obra del gran poeta y crítico catalán Manuel Milá y Fontanals (1818-1884), publicada en 1874. El remanente de la edición fue incorporado, con cambio de portada, a la muerte de Milá, a las Obras completas del mismo, reunidas por Menéndez Pelayo. Precede a esta obra una oración inaugural de curso por el mismo Milá, sobre caracteres generales de la literatura española. La Poesía heroico-popular castellana es un estudio de los temas de los romances viejos de asunto histórico o legendario.
El primer capítulo hace exposición razonada de la bibliografía — o de la «literatura», como dice el autor con término germánico — de este ramo de poesía, en la cual examina todo lo que antes de él se había escrito acerca del apasionante tema del origen de los romances castellanos. Seguidamente, y en varios capítulos, Milá pasa revista a cuantos textos literarios contienen noticias de las leyendas en que se han inspirado los ciclos de romances históricos del rey Rodrigo, Bernardo del Carpio, Fernán González y sus sucesores, los siete infantes de Lara y el Cid, los romances históricos varios, los de los ciclos carolingio y bretón, y los romances novelescos y caballerescos sueltos.
Los hechos históricos que Milá supone que pueden haber originado las leyendas, y los recuerdos que de éstas se conservan en crónicas y poemas antiguos, son estudiados con gran profundidad. Las crónicas, especialmente las refundiciones de la General, que Milá consideró primitivas, pusieron a éste en la verdadera senda que condujo a los magníficos resultados del libro. En resumen, Milá llegó a la conclusión de que España, y más concretamente Castilla, tuvo epopeya, «dando a esta palabra la significación de un conjunto de cantos narrativos extensos, de asunto nacional y de espíritu y estilo análogos, aunque relativos a personajes y a tiempos diferentes» (p. 396). En su tiempo sólo se conocían dos poemas de esta clase, ambos relativos al Cid: el Cantar de Mío Cid (v.) y las Mocedades de Rodrigo, que se suponían imitaciones tardías de cantares de gesta franceses.
Milá demostró, apoyándose de modo especial en el texto de las crónicas, que hubo otros poemas semejantes a éstos, aunque tal vez no llegaran a ser muy numerosos, lo cual se ha visto confirmado por descubrimientos posteriores. Estas obras se produjeron en Castilla en época relativamente tardía. Los últimos años del siglo XI y el XII fueron, según Milá, la época más favorable para el cultivo de esta poesía en España. En la obra que reseñamos se determinan sus caracteres de modo magistral. Respecto a los romances, Milá sostuvo la teoría, completamente revolucionaria en su tiempo, de que, por lo menos los ciclos legendarios antiguos, procedían de cantares de gesta. Después, a imitación de estos romances primitivos, se compusieron otros, también sobre tema histórico o legendario o sobre otros temas.
En suma, la idea de nuestro autor fue que los poemas épicos extensos precedieron a los breves epicolíricos. Esta teoría se oponía a la que el Romanticismo y la crítica posterior aceptaron durante muchos años como verdad incontrovertible, de que los poemas breves precedieron a los largos y que éstos eran rapsodias de aquéllos. Ideas tan nuevas despertaron enorme interés fuera de España, y se anticiparon en muchos años a algunos puntos de vista que después de la publicación de las obras de Bédier fueron aceptados durante algún tiempo casi sin controversia. El proceso de transformación del poema extenso en poemas breves fue expuesto también por Milá con gran clarividencia.
Sumamente importantes son también los resultados a que llegó en cuestiones de métrica. El metro de los romances, según él, fue el mismo de los cantares de gesta; los romances, pues, no se escribieron en versos cortos con asonancias impares, sino en series de versos largos monorrimos en número indefinido. El verso épico español anisosilábico, al formarse los romances, se hizo más regular y acabó siendo un verso regular, o casi regular, de dieciséis sílabas. Son interesantes los apéndices o «ilustraciones» con que termina la obra, que en forma tan completa como fue posible y con muy buen orden, dan noticia de los materiales sobre los cuales el autor basó su estudio. La Poesía heroico-popular castellana marca época en la historia de la crítica y de la literatura españolas, no sólo por la novedad e importancia de sus resultados, sino también por la perfección y el rigor de su método. Antes de este libro no hay nada que pueda comparársele en España, salvo las obras del mismo Milá.
Frente a la retórica del gusto de los críticos y eruditos de aquel tiempo y a la falta de información de que éstos daban prueba, Milá ofreció un libro escrito en prosa sobria, rigurosa, ordenada y clara, con información completa de cuanto se había hecho en España y el extranjero sobre el tema que estudiaba, y con grandes conocimientos de literatura medieval de otros países. En este libro todo cuanto se dice queda bien fundamentado en notas y apéndices muy precisos.
P. Bohigas