En la inmensa producción de Orígenes la sección exegética ocupa el lugar más eminente. Orígenes (1859-254?) ha desarrollado en torno al texto bíblico lo mejor de su virtuosismo hermenéutico y de sus talentos críticoliterarios. Puede afirmarse que la mayor parte del texto bíblico ha sido comentado y revisado por él más de una vez. Simultáneamente con sus análisis interpretativos, ha realizado un trabajo de corrección y fijación del texto que le acredita como maestro incomparable de escrupulosidad y exactitud textuales. Al objeto de poner ante los ojos del lector más inexperto la relación entre el texto original de la Biblia y la traducción griega de la misma, llamada de los Setenta, Orígenes compiló sus Hexaplas, por desgracia perdidas, en las que, al lado de la columna que registraba el texto hebreo de la Escritura, se ponían, en cinco columnas paralelas, el mismo texto hebreo en letras griegas y las versiones de Aquila, de Símaco, de los Setenta y de Teodoción, quedando así bien visibles las lagunas tanto del original como de las traducciones.
También llevó a cabo una comparación más sencilla de las cuatro principales traducciones bíblicas (Aquila, Símaco, de los Setenta y Teodoción), señalada por Eusebio con el nombre de Tetrapla, igualmente perdida. Sobre la base de un texto bíblico fijado y reconstituido con tanto esmero, Orígenes desarrolló su gigantesco plan exegético, que puede ser distribuido, prescindiendo de las Homilías (v.), en Escolios y Comentarios. Los «escolios», a los que San Jerónimo y Rufino dan el nombré de «excerpta», son, en general, aclaraciones rápidas y esquemáticas de pasajes o vocablos bíblicos particularmente oscuros. Los comentarios, por el contrario, llamados «volumina» o «libri» por los intérpretes latinos de Orígenes, están constituidos por amplios y minuciosos ensayos de interpretación bíblica que no desdeñan las más sutiles disquisiciones teológicas y místicas. Orígenes es el clásico maestro de la interpretación mística de las Escrituras,. La realidad histórica pierde a sus ojos todo valor, para ceder el lugar a una comprensión sutil y espiritual de la narración bíblica, para edificación del espíritu cristiano. Fundándose en la división platónica entre mundo sensible y mundo inteligible, Orígenes desdeña el sentido aparente de la revelación bíblica, para atenerse sólo a la comprensión de la realidad subyacente. La antigua edición completa de las obras de Orígenes debida a De la Rué y reproducida en los volúmenes XII y XIII de la Patrología greca, de Migne, espera aún una revisión crítica definitiva. La Comisión de la Academia berlinesa para los escritores de los tres primeros siglos cristianos ha emprendido ya este trabajo colosal de revisión y algunos comentarios bíblicos de Orígenes han hallado ya en esta colección su texto definitivo.
De Orígenes poseemos escolios sobre el Éxodo, el Levítico y los Números. Eusebio nos atestigua que compuso un extensísimo comentario al Génesis en trece volúmenes, parte en Alejandría y parte en Cesarea. La Philocalia nos ha conservado un fragmento de una obra juvenil sobre el Cantar de los Cantares. Un comentario ori- geniano sobre Isaías comprendía no menos de treinta libros, y el comentario sobre Ezequiel comprendía veinticinco. Por lo que respecta a los libros del «Nuevo Testamento», consérvase aún una parte considerable del comentario origeniano sobre el Evangelio de San Mateo, al paso que sólo poseemos fragmentos del comentario sobre Lucas. Mucho más cuantiosa es la parte que se ha conservado del Comentario sobre el Evangelio de San Juan, precioso en particular por los fragmentos que nos ha transmitido del comentario al Evangelio espiritual del gnóstico Heracleón, el primero de la serie de antiguos escritores cristianos que inauguró la dinastía de los ¿exegetas de nuestro cuarto Evangelio canónico.
E. Buonaiuti