Cartas a Ángela, André Gide

[Lettres á Angele]. Colección de artículos críticos de André Gide (1869-1951), publicados en el último bienio del siglo XIX y reunidos en un vo­lumen en 1900. Están hábilmente escritos en forma epistolar, dirigidos a la imagi­naria dama cuya figura Gide había dibuja­do con penetrante malicia en Pantanos (v.). La crítica de Gide aparece aquí volunta­riamente caprichosa y excesivamente desenvuelta, como la diversión de una inte­ligencia conscientemente original y de gusto difícil y refinado, comparable a los inge­niosos ejercicios de un Gourmont (v. Pa­seos literarios). Ya hablen de François de Curel, ya polemicen con Mirbeau, exalten a Francis Jammes o a Signoret, a Verhaeren o a Vielé-Griffin, o pongan reparos a Maeterlinck como moralista, estas páginas no contienen en general ni juicios impor­tantes ni estudios rigurosos. El discurso del crítico sólo se hace más vivo y agudo en los momentos en que sale de su asunto para abandonarse a alguna confidencia o aludir a motivos o teorías que le interesan. Así la cálida apología de Nietzsche, que nos lleva al motivo profundo de Nourritures terrestres (v. Alimentos terrestres).

El expe­diente de semejante correspondencia imagi­naria parece haber gustado particularmente a Gide, pues más tarde volvemos a encon­trar otra serie de Billetes a Ángela [Billets á Angéle] publicados en la «Nouvelle Revue Française» de 1921 en adelante, y reco­gidos en el volumen Incidencias [Inciden- ces] en 1924. Son artículos y notas bastante más maduros y de mayor consecuencia, que revelan un pensamiento ya seguro de sí mismo, después de tantas experiencias. En la respuesta a una entrevista acerca del clasicismo vemos desarrollarse una idea particularmente cara al autor: el extremo del clasicismo coincide con el extremo del individualismo, en cuanto renuncia a una vanidosa «individualidad», sacrificio de la egoísta complacencia de los sentimientos y del estilo; sólo renunciando a los caprichos de nuestro yo para llegar a nuestra profun­da verdad, encontraremos los acentos de alcance universal que son propios del es­critor clásico. El clasicismo, por lo demás, para no reducirse a disciplina escolar y conseguir todo su pleno contenido de hu­manidad, debe surgir como un triunfo so­bre un «romanticismo domado». Sobre este tema se insiste y profundiza, revelando los motivos profundos de la obra de Gide y sus pertinaces esfuerzos hacia un límite de cla­rificación absoluta del contenido moral, de donde surge la límpida perfección de su estilo. Temas literarios y morales se al­ternan y se funden en los otros dos volú­menes misceláneos, tan típicamente gidianos: Pretextos (v.) Nuevos pretextos.

M. Bonfantini