Los Mortícolas, Léon Daudet

[Les morticoles].. Novela de Léon Daudet (1868-1942), publi­cada en Francia el 1894, en que el autor hace una sátira grotesca de la medicina y de la cirugía, en particular, y en general, de la ciencia oficial académica, aliada del ateísmo y de la idea de progreso alimenta­da por la charlatanería.

En la persona de Félix Canelón, Daudet cuenta haber desem­barcado, por una desviación de ruta de la nave, junto con algunos compañeros, en la región de los mortícolas (literalmente «cultivadores de la muerte»), especie de ma­niáticos que dieron en su país absoluto predominio a los médicos, los cuales cons­tituyen allí las Academias, el Parlamento, la Dieta y un Tribunal de justicia. Después de una rigurosa y ridícula cuarentena en alta mar y otra, más gravosa, en el Hospital-Tifus, Canelón tiene ocasión de ob­servar la vida que se lleva en los diversos edificios, casi todos hospitales, y queda aterrorizado por la bribonería, la hipocre­sía y la irreligiosidad de los médicos. Obli­gado, por la fuerza, a seguir la carrera de medicina, Canelón describe los extraños métodos de estudio seguidos en la Univer­sidad, especialmente en la Facultad de Me­dicina, indignado por las pruebas de servi­lismo y adulación requeridas para medrar. Él se contenta, para ganarse la vida, con servir de ayudante junto a alguna celebri­dad médica; describe las inmoralidades de la vida profesional privada de los varios doctores, sus rivalidades, sus intrigas, sus venalidades.

Durante su última experien­cia, su servicio como ayudante en la casa de curación del alienista Ligottin, Canelón reconoce entre los encerrados allí a Sanot, el capitán de la nave en la cual había llegado a la vista de la tierra de los mor­tícolas, y consigue huir de aquella lúgubre región con él y con un tercer compañero, Trub. El carácter de libelo de la obra, la prolijidad de las más soeces escenas y el tono moralizador que aparece aquí y allá, impiden que el libro sea una obra maestra. Quedan, sin embargo, algunos bocetos de vivo realismo, algunas figuras y algunos acentos de poesía entre las consideraciones acerca de la ciencia materialista. Los mor­tícolas pertenecen a la primera producción literaria de Daudet, cuando el joven escri­tor, no convertido todavía al nacionalismo monárquico, daba rienda suelta a su exal­tado ingenio, satirizando, el espíritu y la escuela laicos.

E. Fusco

Misterio Bufo, Vladimir Vladimirvič Majakovskij

[Misterija buff]. Com­posición teatral futurista en tres actos y un prólogo de Vladimir Vladimirvič Majakovskij (1894-1930), representada por primera vez en 1918. Majakovskij es el máximo exponente del futurismo ruso, surgido en los años de la revolución, y después cantor del bolchevismo.

En el Misterio Bufo, al que el poeta llama «representación epicosatírica de nuestra época», toman parte en la acción el orbe terráqueo, el arca de Noé, el Infierno y el Paraíso; los protagonistas son 14 hombres pulcros, entre ellos el negus de Abisinia, un rajá y el representante de los pueblos más civilizados del mundo, y 14 hombres sucios: un caminero, un chófer, un minero, etc., los cuales simbolizan el proletariado mundial. Los protagonistas se reúnen en el Polo Norte, única parte habi­table del mundo, después de un diluvio im­previsto. Se construye el arca proveyéndola de víveres, pero los hombres pulcros, una vez elegido rey del arca el negus, en nom­bre de la ley obligan a los hombres sucios a llevar de la bodega al puente los ali­mentos que ellos solamente deben comer. Pero el negus les hace ser precavidos, y como se lo come casi todo, lo arrojan de la nave. Se instaura la democracia, siempre en provecho de los hombres pulcros, hasta que los sucios se revolucionan y toman el mando de la nave. Aparece entonces, ca­minando sobre el mar, «el hombre común», el cual explica que el paraíso ha sido ce­rrado para el hombre e invita a los sucios a trepar a la arboladura de la nave para pasar, a través de las nubes, a un mundo nuevo.

Los sucios siguen el consejo, yendo a parar al infierno, donde asustan a los diablos explicando las torturas que sufren en el mundo los pobres; después atravie­san el Paraíso y allí encuentran entre los santos a Matusalén, Rousseau y Tolstoi. Vueltos a la tierra, encuentran un ejército de máquinas inmóviles, en espera de que las pongan en movimiento, y una ciudad moderna de tipo americano, refulgente de metales. Comienza la vida del trabajo feliz. Las imágenes directas, el énfasis y el pro­pio argumento hicieron que esta obra fuese acogida con entusiasmo por las masas de trabajadores.

G. Kraisky

Las Maravillas del Año Dos Mil, Emilio Salgari

[Le meraviglie del duemila). Novela de Emilio Salgari (1863-1911), publicada en 1907. Despertando de un sueño que duró cien años, Prandok, Toby y Holker reali­zan un gran viaje en globo para admirar los grandes inventos del nuevo milenio. Así consiguen ver trenes y buques que corren a velocidades vertiginosas, máquinas que vuelan, gigantescos telescopios; aprenden el sistema para comunicarse con Marte y sus habitantes, llegan al polo a través de un extraño túnel, visitan ciudades submari­nas y los molinos que impulsa el Gulf- Stream. En total, asisten a una serie imprecisa de milagros que les dejan atónitos y boquiabiertos. El libro carece de origi­nalidad inventiva y no pretende, ni podría hacerlo, recibir ninguna confirmación cien­tífica; el autor se sirve del maravilloso desarrollo técnico como del punto de par­tida para llegar a las conjeturas más audaces y los sueños más divertidos, creando así un aura casi de fábula mecánica, a la que algunos términos científicos y la mi­nuciosa descripción de algunos aparatos intenta dar aire de realidad. Salgari se propone tan sólo distraer y asombrar, sir­viéndose sobre todo de su habilidad y dan­do cuerpo a un ingenuo sueño de civiliza­ción mecánica, tal como podría imaginarla un muchacho en los primeros años del presente siglo.

Q. Veneri

Círculos, de Emilio Calderón

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Dentro de lo que son esas novelas que algunos llaman raras, otros fantásticas y otros simplemente referidas a una realidad no demostrada, Círculos ocupa un lugar difícil de clasificar.

Y es que la obra, a medio camino entre el drama humano y la ciencia ficción, tiene un poco de todo para entretener y hacer pensar al lector.

Un científico  que perdió a su mujer y a su hija en el nacimiento de esta, sigue toda su vida porque la sueña y poco a poco se convence de que la abdujeron los extraterrestres, con lo que se pone en contacto con un grupo especializado en estudiar círculos de las cosechas. En ese grupo hay también intereses y motivaciones diversas, desde la sincera investigación al fraude más descarado, con lo que al obra se mueve en la duda permanente de quién es quién en cada momento y cuales son sus razones para actuar de un modo u otro.

En la novela no falta de nada: amenazas con arma de fuego, platillos volantes (o supuestos platillos volantes) y encuentros que pueden ser es, o efectos colaterales de alguna enfermedad mental.

Escrita con un estilo cercano a lo periodístico en algunos pasajes, y con agilidad de novela negra en otro, su tesis puede convencer o no, pero sin duda  hará las delicias a los aficionados al género UFO, la ciencia divulgativa y los misterios que afectan a partes de nosotros y el Universo que nunca han sido completamente aclaradas.

Como dice la obra en algún momento, para entender ciertas cosas hay que tener el aparato capaz de sintonizar su frecuencia. La frecuencia de esta novela hará las delicias de quienes estén preparados para ella.

 

Veinte mil leguas de viaje submarino, J. Verne

Es la primera novela de una trilogía que está continuada por Los hijos del Capitán Grant y La isla misteriosa. La fragata americana «Abraham Lin­coln» se dirige a la caza de un misterioso monstruo ma­rino. En la expedición toman parte un naturalista fran­cés, el profesor Arronnax, acompañado por su criado Conseil, y el arponero Ned Land.

Una ola se los lleva a los tres, que son recogidos por el «monstruo», que en rea­lidad no es otro que el submarino «Nautilus», mandado por el capitán Nemo, el inventor del extraño ingenio de navegación. Los tres viven aventuras increíbles: ven la Atlántida sumergida, cazan en bosques submarinos, y se enfrentan a pulpos gigantescos.

Pero tienen también que asistir, con profundo horror, al hundimiento de un bu­que con toda su tripulación. Entonces descubren que Nemo es un príncipe indio destronado por los ingleses y que, animado por un odio sombrío, ataca sus naves en todos los mares. Los tres consiguen, finalmente, huir y tocar tierra tras haber sido tragados por el terrible remo­lino del Maelstróm.