La Fábrica de lo Absoluto, Karel Capek

[Továrna na Absolutno]. Novela del escritor checo Karel Capek (1890-1938), publicada en 1922. En su concepción se acerca a las novelas utópicas de H. G. Wells. La trama se desarrolla en el porvenir, comenzando en 1943. El presidente de la fábrica Meas Bondy lee, en un periódico, un importante descubrimiento del ingeniero Marko, cono­cido suyo. Lo busca y sabe por él que se trata de una máquina llamada «Karburator», capaz de fraccionar los átomos de car­bón, liberando así una enorme energía que podrá ser explotada por las máquinas in­dustriales. Pero con el fraccionamiento (o con la completa combustión) de la materia, se libera de ella la esencia divina, lo Abso­luto (según el «panteísmo» presente por todas partes en la materia); relacionados con la carburación, se producen extraños fenómenos: reflejos religiosos, como la con­versión de los pecadores a la virtud, pre­dicciones, milagros (especialmente fenóme­nos de levitación) y, por fin, manifestacio­nes de fanatismo religioso. La compañía Meas inunda al mundo de carburadores.

Una de estas máquinas se encuentra en la draga de stechovice, y el marinero Kuzenda, que tiene como ayudante al operario Brych, se convierte en profeta de lo Ab­soluto. Otra máquina es propiedad de Binder, propietario de un carrusel. Los par­tidarios del dios de la draga se enfrentan con los que reconocen como dios al Abso­luto del carrusel. Más tarde, el Absoluto de los carburadores invade violentamente toda clase de fábricas, y su consecuencia no es el bienestar, sino la miseria, porque la su­perproducción provoca el derrumbamiento de los precios, con graves pérdidas, dado el alto coste de la producción. Según la sátira del escritor, la situación la salva el campesino checo que no distribuye, sino que vende a precio muy alto sus productos. La Iglesia romana, que desde el principio se manifestó contra el Absoluto, terminó luego por reconocerlo; se desencadena entonces una terrible guerra mundial entre católicos y protestantes. Por fin, un saboyano, el te­niente de artillería Hobinet, salva al mun­do, renovando la gesta de Napoleón, bus­cando por todas partes a los carburadores para destruirlos sin piedad. La novela ter­mina con un idilio matutino en una hoste­ría de Praga, donde se ponen de acuerdo Brych y Binder, antaño adversarios; un guardia lleva la noticia de que hasta el último carburador, que se hallaba en el distrito zizkov, de Praga, donde el Abso­luto producido por los motores era adorado por vagabundos y prostitutas, ha sido por fin descubierto y destruido. La idea de la difusión del fanatismo religioso, en relación con el fanatismo tecnicocientífico, no al­canza en la novela de Capek la evidencia que el asunto merecía, a causa del excesivo tono satírico; sin embargo, la novela puede considerarse como uno de los más origi­nales productos de la corriente utópica tan difundida en Europa después de la guerra del 1914-18, a la que el propio Capek con­tribuyó además con las novelas R. U. R. (v.) y Krakatita (v.). [Trad. de Alejandro

E. Lo Gatto